¿Cuántas esclavitudes y disvalores?
Esclavos de
analfabetismos, de la desocupación, de desencuentros, de la corrupción, de los
abusos del poder, de la avaricia, del individualismo, de la droga, de la
comparación y el consumismo, del
comadrear, de la televisión y de la estupidez...
¿Cuánto tienen
que ver dichas esclavitudes con que se conculquen tradiciones enteras
profanando valores, cultivando y expandiendo disvalores, cosificando personas,
naturaleza e instituciones?
Por su parte, la
degradación de funcionarios, legisladores, jueces/tribunales con el descrédito
y la pésima imagen de la justicia (abrogados los juicios de
residencia), lograron introyectarnos una tremenda
convicción: En estas circunstancias, la democracia misma resulta un sistema
impotente para investigar y condenar delitos e ilícitos, principalmente
aquellos cometidos por autoridades públicas con responsabilidades funcionales.
¿Quiénes `escondieron´
el dinero de los impuestos para seguridad e inversiones en materia de
infraestructura y servicios públicos (Vg. trenes, energía/gas,
etc.)?; ¿Quién
reparará la ausencia definitiva de sus víctimas?
¿Quiénes con
toda hipocresía transaron dignidad y júbilo
por ascuas, desbaratando indolente y
desaprensivamente los haberes de nuestros jubilados, de maestros y médicos rurales?, ¿adónde va la `bastarda
plusvalía` del impuesto al trabajo
y adonde están “los fondos destinados a educación cooperativa, al desarrollo
humano de nuestros aborígenes, etc., según Ley 23.427”…?
¿Quiénes se
concedieron y autolegitimaron privilegios, prebendas o cínicos ´atajos´
en la esfera de los poderes del estado
nacional, provincial/es y municipal/es; en
las corporaciones financieras, mineras, sindicales y tales?
Asimismo, cuando
el lugar de los idóneos honestos es arrebatado por militantes, procesistas (Dictaduras),
procesados y parientes, no se debe
continuar asignando pródigamente oportunidades a los mismos sin derogar de facto, otra vez, la
constitucional igualdad de trato/oportunidades y proseguir de tal manera incrementando
arbitrariamente la desigualdad, los desencantos y el envilecimiento ciudadano.
¿Si la lección del ejemplo gana a todas en
elocuencia, cómo vamos a poder educar si en este marasmo cambalachero ya no
se sabe si la gente es conocida/convocada por capacidad y productividad, por gestos probos y solidarios o por lo contrario?
Por todo eso, ¿cómo no defender nuestros valores sin
envalentonar a sus verdugos?
Consecuentemente,
solo revigorizando nuestros valores podremos descrucificar tantas esclavitudes
y cautividades las que solo podrán manumitirse con una vida más digna y una
convivencia más amigable para todo lo cual resulta especialmente propicio cada agosto, mes de la solidaridad, mes del
nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta quién entregó su vida al rescate,
alivio y consuelo humanitario de los hambrientos, de los leprosos, de los
huérfanos, y abandonados (todo eso sin menoscabo de
ofrendas afines del P. Hurtado en Chile, Arizmendiarrieta (Mondragón) Lech Walesa en
Polonia o, entre nosotros, Juan Carr, Mons. Angelelli, las Hnas. Amelia Miani (Añatuya) y Theresa
Varela (San Marcos), el tulumbano Luisito Galeano y tantos más.
Finalmente deberemos
encontrar los caminos para una emancipación ciudadana mancomunadamente solidaria
que nos libere de tantos servilismos y jaulas virtuales propia de disvalores
inaceptables y así nos devuelva el
señorío personal propio “de ser”, de ser dignos, libres ´sin dueños ni miedos´ pero, ahora, un ser más abierto al encuentro con el otro
para lograr al fin y al cabo una armónica Comunidad nacional, más autónoma e
independiente, más fraterna y con más sensatez ambiental, más igualitaria, productiva y protagonista, más
atractiva y feliz.
Ojala entonces que la memorable y fecunda “Gota en el mar” de Madre Teresa nos salpique con un diluvio
regenerador y salutífero que corone nuestros corazones de solidaridad y sobriedad,
sin brillantinas ni intermitencias.