Lunes, 17 de Marzo de 2025
<<A la búsqueda de esa hora futura en la que la libertad sea protagonismo de los ciudadanos>>
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18/09/2013

De las esclavitudes al señorío


por Roberto Bertossi


¿Cuántas esclavitudes y disvalores?
Esclavos de analfabetismos, de la desocupación, de desencuentros, de la corrupción, de los abusos del poder, de la avaricia, del individualismo, de la droga, de la comparación y el consumismo, del comadrear, de la televisión y de la estupidez...
¿Cuánto tienen que ver dichas esclavitudes con que se conculquen tradiciones enteras profanando valores, cultivando y expandiendo disvalores, cosificando personas, naturaleza e instituciones?
Por su parte, la degradación de funcionarios, legisladores, jueces/tribunales con el descrédito y la pésima imagen de la justicia (abrogados los juicios de residencia), lograron introyectarnos una tremenda convicción: En estas circunstancias, la democracia misma resulta un sistema impotente para investigar y condenar delitos e ilícitos, principalmente aquellos cometidos por autoridades públicas con responsabilidades funcionales.
¿Quiénes   `escondieron´ el dinero de los impuestos para seguridad e inversiones en materia de infraestructura y servicios públicos  (Vg. trenes, energía/gas, etc.)?; ¿Quién reparará  la  ausencia definitiva de sus víctimas?
¿Quiénes con toda hipocresía transaron dignidad y júbilo por ascuas,  desbaratando indolente y desaprensivamente los haberes de nuestros jubilados,  de maestros y médicos rurales?, ¿adónde va la  `bastarda plusvalía`   del impuesto al trabajo y adonde están “los fondos destinados a educación cooperativa, al desarrollo humano de nuestros aborígenes, etc., según Ley 23.427”…?
¿Quiénes se concedieron y autolegitimaron privilegios, prebendas o cínicos  ´atajos´  en la esfera de los poderes del estado nacional, provincial/es y municipal/es;  en las corporaciones financieras, mineras, sindicales y tales?
Asimismo, cuando el lugar de los idóneos honestos es arrebatado por militantes,  procesistas (Dictaduras), procesados y parientes,  no se debe continuar asignando pródigamente oportunidades a los mismos  sin derogar de facto, otra vez, la constitucional igualdad de trato/oportunidades y proseguir de tal manera incrementando arbitrariamente la desigualdad, los desencantos y el envilecimiento ciudadano.
¿Si la lección del ejemplo gana a todas en elocuencia, cómo vamos a poder educar si en este marasmo cambalachero ya no se sabe si la gente es conocida/convocada por capacidad y  productividad,  por gestos probos y solidarios  o por lo contrario?
Por todo eso, ¿cómo no defender nuestros valores sin envalentonar a sus verdugos?
Consecuentemente, solo revigorizando nuestros valores podremos descrucificar tantas esclavitudes y cautividades las que solo podrán manumitirse con una vida más digna y una convivencia más amigable para todo lo cual resulta especialmente propicio cada agosto, mes de la solidaridad, mes del nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta quién entregó su vida al rescate, alivio y consuelo humanitario de los hambrientos, de los leprosos, de los huérfanos, y abandonados (todo eso sin menoscabo de ofrendas afines del P. Hurtado en Chile,  Arizmendiarrieta (Mondragón) Lech Walesa en Polonia o,  entre nosotros,  Juan Carr, Mons. Angelelli,  las Hnas. Amelia Miani (Añatuya) y Theresa Varela (San Marcos), el tulumbano Luisito Galeano y tantos más.
Finalmente deberemos encontrar los caminos para una emancipación ciudadana mancomunadamente solidaria que nos libere de tantos servilismos y jaulas virtuales propia de disvalores inaceptables y  así nos devuelva el señorío personal propio “de ser”,  de ser  dignos, libres ´sin dueños ni miedos´ pero,  ahora,  un ser más abierto al encuentro con el otro para lograr al fin y al cabo una armónica Comunidad nacional, más autónoma e independiente, más fraterna y con más sensatez ambiental,  más igualitaria, productiva y protagonista, más atractiva y feliz.
Ojala entonces que la memorable y fecunda  “Gota en el mar” de  Madre Teresa nos salpique con un diluvio regenerador y salutífero que corone nuestros corazones de solidaridad y sobriedad, sin brillantinas ni intermitencias.
 
 
 






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