La Declaración de La Habana sobre la II Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños, CELAC del 28 y 29 de enero 2014, resulta un
aporte sustantivo al cambio de rumbo a
seguir por la Humanidad para enfrentar la crisis mundial actual, aportando
iniciativas éticas de desarrollo en el Cambio de Época.
Pues no parece tratarse sólo de declaraciones rimbombantes, que hicieron
decir al Presidente Chávez, especialmente homenajeado por las y los Jefes de
Estado, que mientras los líderes participan de cumbre en cumbre, los pueblos
caen de abismo en abismo.
Los temas tratados resultan los más sentidos por las poblaciones frente a
los abismos en que se tiende a caer por la debacle financiera y en fin la gran
crisis ética mundial actual.
La declaración reafirma el trabajo conjunto por la vigencia de todos los
derechos humanos en la región, incluso, asume las recientes convenciones sobre el acceso al agua
y al saneamiento como derecho humano. En el criterio asumido de unidad en la
diversidad de los miembros de la CELAC, hay gobiernos que promueven con mayor
énfasis la libertad de mercado. Sin embargo, con estas declaraciones, y las
asumidas para la defensa de la seguridad y soberanía alimentaria, se enfrentan
las tendencias extremas neoliberales, que generaron la privatización del agua y
la hegemonía de las transnacionales de las semillas transgénicas.
La búsqueda de un desarrollo humano y sustentable, así como de la
generación de condiciones de superación de la pobreza, del hambre, del
desempleo, del cuidado del medio ambiente, generan un marco de referencia para
avanzar en caminos de integración solidaria, con base ética en la defensa de la
vida en el compromiso por la reforma integral hacia la democratización de la
ONU. (No 64) y por “seguir trabajando
para consolidar a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, en la cual las
diferencias entre las naciones se resuelven a través del diálogo y la
negociación u otras formas de solución pacífica establecidas en el Derecho Internacional.”(No
53).
La visión de seguridad, tan frecuentemente presentada en la década de los
años 1970 y 1980 como justificadora de golpes de Estado opresores, se asume desde
una perspectiva de defensa de valores humanos vitales al declarar que frente a
la delincuencia organizada “Enfatizamos la necesidad de contar con una visión
de consenso regional de seguridad ciudadana con un enfoque de desarrollo humano
y respeto a los derechos humanos y a los principios de soberanía nacional y no
injerencia en los asuntos internos…para mejorar las estrategias regionales
sobre seguridad ciudadana y desarrollo sostenible.”(No 66).
La dimensión ética del enfoque de desarrollo propuesto se basa en dimensiones
humanistas y cristianas y en valores ancestrales autóctonos: “Reafirmamos la
Declaración de Santa Cruz, (8.11.2013) Ama Qhilla, Ama Llulla y Ama Sua (no robar, no mentir y no ser flojo) la cual
establece que los delitos de corrupción deben combatirse de forma rigurosa.”
(No. 42). Una declaración ética esperanzadora hacia Otro Mundo Posible.