Mientras esperamos poder ir saliendo de índices de pobreza e indigencia humanamente inaceptables y se aúnan esfuerzos para la generación de nuevos puestos de trabajo decente, porqué seguir desdeñando las bondades productivas del microcrédito a microempresas personales o famiempresas en todo el país.
Precisamente los más empobrecidos (+/- 32%) y desocupados campo/ciudad (alrededor de 1500.000), difícilmente reúnan el cúmulo de requisitos para acceder a un crédito formal de la banca financiera oficial.
En el mientras tanto, un instrumento financiero como el microcrédito genuino, resulta crucial e impostergable en pro de impulsar o reimpulsar micro emprendimientos urbanos y rurales Vg., desde promoción, fomento y organización de changarines, peores rurales, destrezas y tamberos desocupados; soluciones habitacionales, proyectos de elaboración de múltiples y diversas aplicaciones o software (educación, medicina, comunicaciones, negocios, industriales, investigación, etc.), fabricación de escobas, cerrajerías; envasados de productos regionales, ebanisterías, fábrica de pastas, mensajerías, panaderos, albañiles, pintores, confecciones (costura y tejido), fábrica de trapos de piso, taller de refrigeración y reacondicionamiento de electrodomésticos, floricultores, taller de electricidad, fotografía, viveros, lavanderías, taller de soldaduras, carpinteros, servicios de limpieza, apicultura, repostería y artesanías, hilados de lana, telares artesanales, orfebrería, confección de uniformes laborales y ropa blanca, crías de aves de corral, peluquerías, huertas comunitarias, fábrica de bloques, herrería de obras, servicios de plomería, arreglos en bicicletería, cerámica, fábricas de ladrillos, guarderías, gas y plomería; microfábricas de detergentes, desodorantes e hipocloritos, servicios de electricidad, servicios de computación, servicios de fotografía, serigrafía y ploteados en chapa, cartelería (oficial plazas, nombre de calles y avenidas, etc.) o cartulinas, frutihortícolas, cultivos bajo cubierta y ranarios, tunares (tuna); caprinos – llamas, alpacas y tantas otras artes y oficios o talentos “dormidos u ociosos”, etc.; para tantos marginados del sistema laboral/productivo en pos de satisfacer sus necesidades físicas básicas más apremiantes e insatisfechas.
Lejos del faro del Premio Nobel (de la paz) Muhammad YUNUS o padre del microcrédito para quién, el microcrédito es un derecho humano y la garantía, una esclavitud; los fondos públicos legalmente afectados en Argentina a estos programas y fondos, en su inmensa mayoría jamás fueron invertidos conforme su afectación ni recuperados conforme a derecho y justicia, Vg. : el Programa federal de solidaridad (Pro-Sol) Decr. 275/92 del PEN (Menem) o últimamente la ley 26.117, etcétera.
Cerquita de Yunus identificamos y destacamos Vg., a la Fundación Pro Vivienda Social (FPVS) que viene promoviendo hace ya 25 años, la urbanización de barrios de bajos ingresos del nordeste del Gran Buenos Aires. Inicialmente, fue a través de microcréditos solidarios para el mejoramiento de viviendas, otorgados ya a 8700 familias y, a partir de 2002, con un programa de infraestructura de servicios básicos; todo lo cual recién ahora está replicando y expandiendo parcialmente el programa Mejor Hogar del Plan PROCREAR mediante microcréditos para distintas soluciones habitacionales; etc.
Ante estas circunstancias nacionales, un instrumento de política social como el “microcrédito”, sería sin duda “la mejor palanca proactiva” para incluir digna, ciudadana y financieramente a mucho argentino empobrecido y desocupado, para ir recomponiendo así, un ecuánime y equitativo desarrollo humano federal, en el campo y en la ciudad.
Capacitar, conectar, impulsar, innovar y sembrar microcréditos responsablemente, son algunos de los verbos que mejor conjugan en un trabajo articulado para desarrollar creativos e invalorables micro emprendimientos productivos como modelos de inclusión y participación duraderas.
Vistas las consideraciones precedentes podemos concluir que es hora del “microcrédito urbano y rural” en términos de política social, razón por la cual, el mismo ya debería conformar Vg., un convenio-programa excepcional e interministerial operativo y federal (Trabajo, Interior (comunas-municipios) y Desarrollo Social) con el Banco de la Nación de todos los argentinos (BNA), el cual deberá incluir sensibles y palpables simplificaciones administrativas, discriminaciones crediticias (plazos de gracia) y tributarias positivas, etc.; sin perjuicio de su oportuna institucionalización.
Este sistema ha tenido mucho éxito en varios países de Europa, últimamente España.
Los microcréditos actuales tienen muchas ventajas: la primera es la simplificación administrativa y la consecuente celeridad. Le sigue el solucionar rápidamente problema de falta de liquidez personal/familiar porque este tipo de préstamos se gestionan de un modo sumamente simple, sin papeleo y exigua burocracia. Sólo habría que completar un formulario en la Web ministerial o del BNA según se trate con los datos personales, el correo electrónico y el número de cuenta en el que se quiere recibir el dinero (acreditando y justificando el objetivo para el cual se afectará el micro préstamo), cifra que debería ser secuenciada y subordinada a productividad, competitividad, calificación o reconversión ocupacional.
Por ultimo eso de institucionalizar “el microcrédito”, no será más que cumplir con la manda constitucional en esto y aquellos de proveer lo conducente al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, al crecimiento sostenido y productivo de la economía nacional, a la generación de empleo, a la formación y reconversión profesional y tecnológica de los trabajadores, particularmente de todos los desocupados posibles.
Finalmente, sólo así iremos logrando un crecimiento armónico de la Nación promoviendo políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de pueblos, ciudades, provincias y regiones.