Nuestro
presidente Mauricio Macri dispuso que toda la documentación oficial contenga en
su encabezamiento: “2018´ Año del Centenario de la Reforma Universitaria”.
Este
centenario marca una fecha de relevante importancia en la historia universitaria
nacional y sudamericana. Su rica savia, que sube desde aquella raíz, no se ha
agotado con el paso de los años, sino que, por el contrario, se ha hecho más
fecunda y vigorosa.
Tan
notable suceso acaecido exactamente el día 17 de junio de 1918 durante el
primer gobierno del radical Hipólito Yrigoyen (1916-1922), tuvo como
protagonistas relevantes a estudiantes universitarios de derecho, medicina y
ciencias económicas y hasta enfermeras del Hospital de Clínicas, los que desde
Córdoba determinada e inclaudicablemente, protestaron entonces contra lo que
consideraban prácticas autoritarias y dogmáticas de quienes regían sólo católicamente
la organización y el funcionamiento universitario conocido y disponible.
El “Manifiesto Liminar” redactado por Deodoro
ROCA y publicado por la Federación Universitaria de Córdoba el día 21 de Junio
del año 1918, refleja y cincela las motivaciones e ideas de los estudiantes que
participaron en el mentado movimiento reformista. En el epígrafe del mismo se
lee: ´La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América: “Hombres
de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo
XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto
llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy
contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que
nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las
resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución,
estamos viviendo una hora americana. La
rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta, porque aquí los tiranos se
habían ensoberbecido y porque era necesario borrar para siempre el recuerdo de
los contra-revolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el
refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la
hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde
todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las
dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas
sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una
inmovilidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y
cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático.
Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado
sobre una especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado
universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un
alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para
luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un
gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la
soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los
estudiantes. El concepto de Autoridad que corresponde y acompaña a un director
o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios, no solo puede
apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los
estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando,
sino sugiriendo y amando: Enseñando. Si no existe una vinculación espiritual
entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de
consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que
aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de
un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen
cuartelario, pero no a una labor de Ciencia. Mantener la actual relación de
gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas
de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados
resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que
reclama el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido
del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes.
La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de Ciencia es la del que
escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla. Por eso
queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro
concepto de Autoridad que en estas Casas es un baluarte de absurda tiranía y
sólo sirve para proteger criminalmente la falsa-dignidad y la
falsa-competencia” (sic)
Preconclusivamente,
si bien las motivaciones, principios e ideas de estudiantes y profesores que
impulsaron y sostuvieron la Reforma Vg., autonomía universitaria, el
cogobierno, la extensión universitaria, la periodicidad de las cátedras y los
concursos de oposición, mayoritariamente siguen vigentes como logros
indubitables en las universidades públicas argentinas, pues ya no basta con
ocasionales membretes oficiales alusivos ni con meros actos o declaraciones
recordatorias; mucho menos ante un evidente estancamiento universitario que viene
no solo disolviendo la alcurnia propia de nuestra tradicional calidad académica,
sino cuestionando el propio sentido y
alcance de la insoslayable utilidad social universitaria.
En
efecto, esta conmemoración resulta propiciatoria en orden a revalidar, reempoderar,
transformar y relanzar la comunidad universitaria toda, para que así pueda
afrontar airosamente los nuevos, tensos y dinámicos contextos
interdisciplinarios hipermodernos, honrando su linaje, sus principios, sus
escudos y banderas innegociables, baluartes que jamás resignarán igualdad,
incentivos, inclusión e independencia tanto como repugnar todo ´Numerus clausus´
Finalmente,
oteando este siglo XXI desde nuestra atalaya universitaria, recién cuando cada
Universidad renueve su testimonio testimoniado de sí misma, habremos actualizado
reinterpretadamente a don Miguel de UNAMUNO: "La
Universidad no es nada si no es útil a la sociedad, y esta se negaría a sí
misma si no entiende y ayuda a la Universidad. La Universidad debe educar,
enseñar e investigar, para ser beneficiosa a la sociedad"
Prof. Roberto Fermín Bertossi
Investigador Cijs / UNC
Experto
CoNEAU / Cooperativismo