Antonio Colomer
Cuando
publicamos el número uno de nuestra Revista Iberoamericana de Autogestión y
Acción Comunal (RIDAA), el A Modo de Presentación de ese número –método que
íbamos a repetir en todos los siguientes hasta la fecha- se tituló “El
paradigma recobrado de la comunidad de hombres libres”. En su primera página
escribí que no se trataba de retomar nuevos cultos iniciáticos en la adoración
de quimeras o en el cultivo de mitologías utópicas… sino (manejar) el rigor
conceptual y metodológico, desde la precisión del marco científico de nuestro
trabajo, donde podemos construir nuestro paradigma como modelo y método…” Este
trabajo se va a convertir en el núcleo posterior de toda una filosofía política
que tendrá distintas versiones. Al final, se indica la nota 1.
En esta nota
primera se dice textualmente: “El 23 de mayo de 1983 hemos oído una magistral
conferencia del filósofo Mario Bunge, en la Universidad Autónoma de Madrid,
sobre “paradigmas y revoluciones””.
“En esta
conferencia el profesor Bunge denunciaba la facilidad con la que algunos
autores- y en especial, Kuhn y Feyerabend- escriben de revoluciones en el campo
de la investigación científica y la necesidad de la rigurosa exposición del
paradigma como marco conceptual de toda teoría, que implica precisión en
objetivos, métodos, hipótesis, etc, frente a la idea deletérea de que “todo
vale””.
“Este rigor
no supone un rechazo de planteamientos teóricos globales y frente a un
empirismo rabioso que no levanta la nariz de los datos más a ras de tierra”, el
profesor Bunge ha sugerido “la posible utilidad del filósofo en la ciencia
social”, en la comunicación que presentó bajo este título al I Coloquio
Nacional de Filosofía, en México, en agosto de 1975…”. Añadí, por mi parte:
“Nosotros
pretendemos utilizar el concepto de paradigma como modelo hipotético,
socioeconómico, político y cultural y, a la vez, marco conceptual en el sentido
bungeriano”.
Resulta
evidente que aquella conferencia del maestro Mario Bunge influyó en el enfoque
inicial de nuestra revista, nacida unos pocos meses después. Además, la empatía
que se produjo entre nosotros hizo que la comunicación fuera fluida desde
entonces y que Mario Bunge aceptara incorporarse al Consejo de Redacción de
RIDAA y colaborara en ella con cierta frecuencia e intercambiamos, a partir de
entonces, trabajos, artículos, libros y colaboraciones mutuas. En el número
13-14, correspondiente a la primavera-verano, de 1988, publicamos el artículo
de Bunge “Modelos para procesos que combinan competencias y cooperación”. Me
pareció tan interesante que, cuando unos años después, la editorial Fondo de
Cultura Económica me propuso publicar una obra colectiva por mi coordinada, que
finalmente titulé “Sociedad solidaria y desarrollo alternativo” (Madrid, 1993),
-en dónde incluí trabajos destacados de colaboradores, fundamentalmente de
nuestra revista- y, por descontado, incorporé este artículo de Mario Bunge que
acabo de citar.
En este
mismo libro, y en el capítulo introductorio que titulé “¿Podemos vivir de otro
modo?” y al hacer referencia al monumental Tratado de filosofía, en 8
volúmenes, que Mario Bunge publicó en la McGill University, Montreal, Canadá –
a la que se incorporó a partir de 1966- recordaba como en una encuesta sobre la
autogestión que publicamos en el número 25 de RIDAA, él nos había dicho que en
su Tratado hace referencia a la cooperación y a la autogestión, tanto en el
volumen 7 (1985) y en el volumen 8, (1989).
Además de
este Tratado de filosofía, la bibliografía de Bunge es inmensa y de una gran
trascendencia filosófica y moral. Ahora bien, al mismo tiempo, no ha dejado
nunca de estar preocupado por las cuestiones más actuales y por los problemas
del mundo, en particular, en lo que afecta a los países de cultura
iberoamericana. Varias de las colaboraciones que envió a la revista durante
estos años así lo reflejan y también el libro que me remitió titulado “100
Ideas. El libro para pensar y discutir en el café”, publicado en Buenos Aires
en el año 2006, por la editorial Sudamericana y que es un compendio de
artículos periodísticos, llenos de ingenio y humor.
En 1987
creamos, en Madrid la Asociación Tierra Unida – Tierra de Todos y en su Manifiesto
Fundacional defendí como bienes comunes al servicio de la humanidad amplios
territorios y mares que no debían ser uso exclusivo de unos pocos privilegiados
sino priorizando el bien común de todas las personas. En esta cuestión vamos
también a coincidir con Mario Bunge tiempo después.
En el 2009
Mario Bunge publica su “Filosofía Política” que lleva como subtítulo las
palabras Solidaridad, Cooperación y Democracia Integral. En los agradecimientos
tuvo la gentileza de incluirme entre los que le formularon preguntas
interesantes, información pertinente o le ofrecieron consejo (que no siempre
seguí, señala) en una relación de notables amigos y académicos. Tantos años de
enviarle nuestra revista y otras obras sobre autogestión y cooperación, algún
efecto tuvieron que hacer en el maestro. En esta obra Bunge reivindica que toda
concepción de la política presupone una concepción del mundo y, en suma, una
opción moral, pero a la luz de las ciencias sociales para que haya una
gobernanza científica antes que el puro oportunismo político del momento. Para
ello hay que medir la calidad de vida de los pueblos y del desarrollo humano,
no solo por la salud, el ingreso per cápita y la educación, -el método de la
ONU- sino también añadiéndole dos variables que faltan: la desigualdad de
ingresos y la sostenibilidad ecosocial, y ampliar la democracia del terreno de
lo político a otros terrenos pertinentes: la administración de la riqueza, el
entorno natural y la cultura.
De ahí que la
democracia integral por él defendida suponga igualdad de acceso a las riquezas
naturales, igualdad de sexos y razas; igualdad de oportunidades económicas y
culturales y participación popular en la gerencia de los bienes comunes.
A finales de
2018 le comuniqué que en el año siguiente íbamos a celebrar en València el III
Congreso Internacional América Europa, Europa América, sobre la gestión de los
bienes comunes a partir del ejemplo del Tribunal de las Aguas de València. Se
apresuró a enviarme, antes de que acabara el año, un artículo titulado “La tragedia
de los bienes compartidos”, que publicamos en enero de 2019 en la portada del
periódico La Hora de Mañana y ahí se ha mantenido todo el año como homenaje al
maestro Mario Bunge en este que es su año, de esos 100 años llenos aún de
vitalidad y creatividad intelectual. En este artículo defiende que la mejor
solución es el autogobierno para resolver los conflictos de intereses y
recuerda al milenario Tribunal de las Aguas valenciano y a la obra de la profesora
Ostrom, defensora de la gestión de los bienes comunes. También expone la idea
de que la igualdad precede a la libertad y a la solidaridad o que ninguno de
estos lemas puede realizarse aisladamente o a costa de los otros.
En este mes
de septiembre que es tu mes, querido amigo y maestro, y el día 21 se celebra
ese aniversario de tu nacimiento, que en tantos otros casos es la conmemoración
de un centenario ya póstumo para el autor, sentimos la alegría de que te
encuentres entre nosotros y con los ánimos renovados para aportarnos tus
reflexiones y tu impulso moral.
Nosotros
creamos desde hace más de diez años, el Premio Gigante del Espíritu. Tú eres,
querido y admirado Mario Bunge, el premio Gigante del Espíritu de Honor que
culmina esta década y tu ejemplo y tu obra nos seguirá iluminando para siempre.