La situación de
Grecia es dramática. Sus gobiernos de izquierdas y de derechas han incurrido en
excesos durante años, llevando al país a una postración penosa de la que será
mejor librarlo entre todos cuanto antes
Tú que no puedes...
¿TIENE España, tan
flojita como anda de finanzas y con tantos imputados por fraude en las listas
electorales, que ayudar a Grecia a salir de su drama de ruina y corrupción? En
España el premio nacional de fraude se lo disputan una hermandad de socialistas
andaluces con acólitos de IU, una peña fallera de populares valencianos, una
colla de pujolistas, un ochote de peneuvistas alaveses y, fuera de concurso,
los herederos de las cuentas suizas de Emilio
Botín Sanz de Sautuola y López. Arbitran los tribunales, la Agencia Tributaria
y la Fiscalía Anticorrupción, y algún día se verá en qué queda esto. Es difícil
hacer pronósticos y, si de mí dependiera, tendrían el premio todos, ex aequo.
Aun sin ser chica la
nuestra, la corrupción en Grecia es bastante mayor. Los muchos griegos que
trabajan duramente sufren continuos quebrantos por culpa de sus compatriotas
sinvergüenzas que viven de esquilmar lo público a manos llenas, lo que arruina
a los indefensos, a la gente sin padrinos. Algo de culpa tendrán los pérfidos
mercados y los siniestros banqueros, cómo no. Pero los pesebres y la impunidad
escandalosa que han anidado en el sistema tienen origen doméstico y conocido.
Como en España, pero a mayor escala.
Acabo de oír a un
consejero del Banco de España que los funcionarios griegos se jubilan como
media a los 48 años, imagino que para cobrar la pensión (con solo 17 años de
cotización) y trabajar ilegalmente en otra parte. Leo que en el barrio más rico
de Atenas hay miles de casas con piscina, pero que solo trescientos
propietarios pagan el impuesto debido. Hay 4.500 familias de funcionarios (y a
saber cuántas más sin detectar) que cobran la pensión de un pariente muerto
hace tiempo. No menos de 18.000 sujetos cobran subsidios por desempleo sin
tener derecho a ello (como en los ERE andaluces, pero a lo grande). Hay 9.000
pensionistas con cien años de edad cumplidos, longevidad asombrosa. El parterre
del hospital público ateniense Euangelismos (deficitario) tiene 45 jardineros
asignados. Un coche oficial requiere varias docenas de chóferes. La sanidad
pública paga los aparatos a precios hasta cuatrocientas veces mayores que los
de mercado. Tienen derecho a jubilación anticipada, por trabajo extenuante, los
peluqueros y los músicos de viento...
De esta podredumbre
asombrosa la izquierda culpa a Costas Caramanlis, que en 2009 llegó a subir
ciertos sueldos públicos hasta un 70%. A su vez, la derecha denuncia la
corrupción de Costas Simitis, cuyas cuentas nacionales hubo de rechazar la
agencia europea Eurostat, por malolientes, en 2006. Todo es cierto, por
desgracia. Ahora, Yorgos Papandreu ha de lidiar el toro de un déficit falseado;
que no es un novillo del 7% del PIB, como se anunció, sino un temible morlaco
de casi el doble de peso.
Nadie se fía de
Grecia. Si España paga un 3% más que Alemania por el dinero prestado, a Grecia
se le piden intereses imposibles del 11% por su basura "soberana". De ahí que
sus socios del euro tengan que implicarse, para que el club no pierda la
respetabilidad. Eso incluye a los bancos franceses y alemanes, por ese orden
(40.000 y 23.000 millones), grandes prestamistas de Atenas… obligada a comprar
armas a esos dos países, a causa de la tensión con Turquía. Esa es otra: Grecia
gasta en defensa un porcentaje de su riqueza superior al de Rusia, EE. UU. o
Francia y cuádruplo del de España.
La buena gente
griega, timada y desvalijada, está desesperada. Los viejos regresan a la aldea,
a criar gallinas y patatas, y los jóvenes quieren irse del país. En este drama
no sirve culpar solo a Angela Merkel, a la banca y el FMI. Ahora hay que ayudar
a los griegos a librarse de otros griegos, los infames que hicieron a medio
país cómplice de su insensata avaricia.
Si sabe lo que le
conviene, incluso España tendrá que echar una mano. Puede objetarse aquello del "tú que no puedes, llévame a cuestas". Cierto. Pero será mucho peor que
acabemos todos por los suelos y enfangados hasta el cuello.
«La buena gente griega está desesperada. Los
viejos regresan a la aldea, a criar gallinas y patatas y los jóvenes quieren
irse»