"La justicia produce la paz, la tranquilidad y la seguridad para
siempre." (Isaías 740 años A.C.)
Esta sentencia difundida en el audiovisual de FUNDALATIN, Otro Mundo, del
Terrorismo a la Paz,
dirigido por el siempre recordado P.
Juan Vives en 2004, sigue teniendo
vigencia en este mundo tecnológico, que pervive con una cultura de la
violencia, tanto a nivel de las guerras de agresión buscando recursos de la
maltratada Madre Tierra, como en la
violencia delincuencial generadora de un temor constante en la vida
cotidiana.
Los países de América Latina que están
generando modelos de desarrollo alternos a los del neoliberalismo, de máxima
competencia y mínima regulación ciudadana, que tanta violencia causó de 1970 a 1990, -y que hoy
padecen los países industrializados de
Europa y USA- han logrado, según la CEPAL, reducir los niveles
de pobreza extrema. Sin embargo, se sigue padeciendo la violencia
delincuencial, que vulnera su intento transformador hacia modelos de desarrollo
más humanos.
Para defenderse de esta violencia
en forma individual, prevalece esa
especie de ley de la selva de armarse lo mejor posible, contrarrestando la
violencia delictual con la violencia defensiva de hacer justicia por su propia mano. Pero de esta manera, lejos de construir
la paz, se genera una espiral de violencia, como señala Leonardo Boff. "La justicia es aquella relación mínimamente
buena con el otro, por debajo de la cual toda relación deja de ser humana, por
eso debe afirmar al otro como semejante y estar dispuesta a convivir con él en
un reconocimiento recíproco. Debe
ser también ecológica, es decir, relacionarse con la vida, los ecosistemas y la Madre Tierra…a fin de
construir juntos el mismo destino común". (LBoff. El Señor es mi Pastor. Sal Terrae
España 2005).
Construir la paz por lo tanto,
requiere una actitud ética y una fortaleza espiritual para enfrentar la
violencia imperante. En este sentido, aparte de contrarrestar la violencia
delictual con la defensa legal de los cuerpos de seguridad, mediante un uso progresivo
y diferenciado de la fuerza, en varios países se intenta enfrentarla, no con
incrementar el uso de las armas para la defensa ciudadana por parte de la
sociedad, sino mediante una acción sistemática destinada a generar un proceso de desarme de la población. Afirma William
Godnick del Centro Regional de la
ONU por la Paz,
el Desarme y el Desarrollo en América Latina y El Caribe, que en El Salvador,
las restricciones en el porte de armas en espacios públicos, han sido políticas
efectivas para disminuir la violencia. "Del
total de las armas existentes en el mundo un 74,6% se encuentra en manos de
particulares, 22,7% en fuerzas armadas, 2,2% en cuerpos policiales y menos de
1% en manos de criminales, insurgentes y terroristas."
Así, el tráfico de armas a nivel
mundial resulta una de las actividades más lucrativas ilegales junto al tráfico
de drogas y el de personas.
En Venezuela el 13.05.2011 se
juramentó la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y
Desarme, cuya Secretaría Técnica la Preside Pablo Fernández, Coordinador
General de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz. La cual inicia un plan de acción tendiente a
contribuir con el desarme de la población. Intento al cual las comunidades
cristianas y de buena voluntad apoyan para desarmar los espíritus en función
del legado de Jesús Liberador: "Mi Paz les Dejo Mi Paz les doy". Una paz fruto
de la justicia, del respeto a los derechos humanos y a los de la Madre Tierra,
en este cambio de época.
Edit_554.Construir la paz desarmando la cultura de la
violencia.10.03.2012.vcg