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11/12/2012

¿Para cuando un plan económico en España?


por Francisco Parra Luna


Partamos de una pregunta muy simple: ¿Qué significa “gobernar ”? o ¿con qué fin se gobierna? Difícil será negar que los seres humanos, en cualquier lugar, tiempo, circunstancia o tipo de organización, perseguimos satisfacer alguna o varias de las nueve necesidades universales del siguiente Patrón Referencial de Valores (PRV): Salud, Riqueza Material, Seguridad, Conocimiento, Libertad, Justicia Distributiva, Conservación de la Naturaleza, Calidad de las Actividades y Prestigio Moral. No es concebible otro tipo de respuesta. Y por tanto cualquier otra apetencia que reúna la doble condición de ser buena y deseada por la generalidad de las personas humanas, deberá encontrarse incluida en dicho PRV. Y los gobiernos y responsables de cualquier gestión social solo deben intentar satisfacer estas necesidades al más alto nivel posible.
      
Si esta premisa se acepta, si el PRV no puede dejar de ser el imprescindible  faro que guie a todo gobernante. ¿Por qué no se utiliza sistemáticamente, tanto para proyectar el futuro como para evaluar el pasado? ¿Qué puede suceder para que políticos y técnicos se olviden de utilizarlo y tropiecen una y otra vez debido a la oscuridad que provoca su ausencia? ¿Cómo es posible que gobernantes bienintencionados, deseosos de hacer el bien a sus poblaciones, tomen costosas medidas que van a resultar inocuas o incluso contrarias a la razón de ser de dicho PRV? ¿Cómo pueden adoptarse medidas sueltas sin un plan que  contemple sus efectos sobre la globalidad del PRV? Así, ¿resulta comprensible  que el gobierno español  emprenda medidas contra la crisis sin  conocer previamente la posición relativa de España en dicho PRV? Por supuesto que ello exigirá definir antes el grupo de países que formen su “Espacio Internacional Comparable” (EIC) así como disponer de la información relevante para cada uno de los indicadores empíricos en estos países, pero ésta será siempre una operación previa y  obligada.  Cualquier deseo de incrementar el bien común de los españoles, pasa  así por una operación metodológica que sitúe a España para cada indicador entre “0” (el país con la peor posición) y “100” (con la mejor) de forma que se logre conocer el “perfil axiológico” que en términos comparables con el EIC presenta España. Ver una primera versión de este perfil en la revista ECONOMISTAS, 128, 2011, pag. 73 y sig.
     

Si se hace esta operación,  se comprobarán los graves errores que se vienen cometiendo ya que gobernar consiste simplemente en tratar de elevar el perfil hacia el nivel “100” al tiempo que se “horizontaliza” o equilibra. Nada más, pero en el fondo nada menos. Se podrá entonces comprobar que España está excelentemente situada en el valor “Seguridad” (alcanza el nivel “100” al superar a los demás países en prestación por desempleo);  está relativamente bien situada en los valores “Salud” (esperanza de vida);  “Libertades” (políticas y económicas) y “Prestigio Moral” (deuda pública + déficit público); pero se encuentra en el nivel “0” en “Riqueza Material” (la menor renta per capita); en “Conocimiento” (la balanza por  royalties y patentes más negativa), y “Justicia Distributiva” (por índice GINI y nivel de pobreza relativa) y “Calidad de las Actividades”  (por la bochornosa tasa de paro a la cabeza absoluta del mundo); reflejando todo ello un “sistema de valores” o perfil axiológico altamente desequilibrado que, lejos de mantener sus indicadores en posiciones intermedias, toca el nivel 100 en uno de ellos pero nada menos que sitúa cuatro en el nivel “0”. Es un perfil extremo, impresentable para una país desarrollado, con el nivel promedio de 39,1 sobre 100 y la variación interna de 60,7 sobre “0” (los peores datos de los once países).
     
A la vista de este perfil que nos está indicando las necesidades “objetivas” de España en relación al EIC y que señala la política socioeconómica que debemos adoptar, ¿cómo se puede hacer justamente lo contrario?, ¿cómo continuar dilapidando los 30.000 millones de euros en prestación por desempleo cuando podrían estar consagrados a crear empleo técnico?. Pero ¿se puede hacer otra cosa cuando Europa, los mercados y la prima de riesgo nos están pidiendo solo reducir el déficit público? Naturalmente que se puede hacer. Lo que sucede es que ello exige abandonar  el indolente y fácil camino de “solo ahorrar”, para esforzarse por ahorrar sí,  pero para dedicar gran parte del ahorro  al incremento del PIB. O más exactamente: iniciar con la premura necesaria la cadena de recuperación que nuestro perfil axiológico está pidiendo a gritos: masa monetaria mal ubicada por prestación al desempleo y excesivo gasto público - inversión en infraestructuras (materiales e inmateriales) de competitividad - creación de empleo técnico - crecimiento económico - nuevos ingresos fiscales - reducción déficit público.
      
¿Cómo puede entonces justificarse un comportamiento gubernamental tan contrario a esta cadena? ¿Cómo puede comenzarse precisamente por el último eslabón, que pasa así a convertirse de efecto final positivo en causa de males? ¿Por qué un sometimiento tan severo a los dictados europeos cuando claramente perjudica a nuestro crecimiento económico y desequilibra aún más nuestro “sistema de valores” en peligro claro de empobrecimiento general? ¿Por qué un ajuste tan duro  cuando hunde de una tacada cuatro de los valores del perfil? ¿Por qué la obsesión sobre el déficit  público cuando nuestro nivel de endeudamiento público (deuda más déficit) está incluso por debajo del promedio de los países EIC? ¿Cómo es posible que se nos recomiende tan absurda política económica y nosotros la aceptemos sin proponer un plan alternativo y convincente? Realmente, algo huele a podrido y no precisamente en Dinamarca. Y ya es hora de que aprendamos  a tomar la responsabilidad de planificar nuestro “sistema de valores” en lugar de obedecer ciegamente con medidas contraproducentes que solo lo agravan. Dejemos de una vez de ser meros contables del déficit para ser arquitectos diseñadores de nuestro futuro, lo que sin duda exige un plan, una planificación global con todas las variables relevantes en juego por mínima, resumida, flexible y temporal que pueda resultar, y si persigue ser efectiva será además axiológica (en función de las necesidades de la población) y cuantificada. Todo esto es lo menos que se debe exigir a cualquier gobernante, y si no quieren o no saben, que no asuman tal responsabilidad.
 

En el siguiente vídeo pueden ver la explicación del profesor Parra Luna sobre el modelo: https://polimedia.upv.es/visor/?id=cf4fb77b-3f7d-f847-98af-dcb03fbb5263


¿Para cuando un plan económico en España?




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