Premio Gigante de Espíritu 2012

Desde el año 2008 el Instituto Intercultural para la Autogestión y la Acción Comunal (INAUCO), con motivo de cumplirse el 30 aniversario de su fundación y el 25 de su Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal otorga el Premio Gigante de Espíritu a personalidades destacadas por su preocupación por la organización solidaria y la participación mediante el apoyo mutuo en los grupos humanos.

En el presente año se acordó conceder este premio al profesor de economía, novelista y miembro de la Real Academia Española de la Lengua, José Luis Sampedro Sáez que desde la cumbre de sus 95 años sigue siendo un ejemplo de testimonio ético y de lucha por la justicia en nuestra sociedad.

En el acto de entrega de la escultura de la paloma que simboliza este premio, celebrado el 11 de Diciembre de 2012 en la Universidad Politécnica de Valencia, sede del INAUCO, su amigo Óscar Olivares leyó el texto que sigue de José Luis Sampedro, imposibilitado de asistir dado su estado de salud:

Queridos amigos, compañeros y autoridades académicas,

Agradezco sinceramente la deferencia y estimación manifestadas hacia mi obra y mi persona con la entrega del Premio Gigante de Espíritu 2012.

Con la misma sinceridad lamento hallarme en condiciones físicas y en un estado de salud que me impiden corresponder, con mi presencia hoy en este acto, al cariño con el que ustedes me lo otorgan. Llevo ya varios meses en reposo absoluto por prescripción médica, por lo que no me queda otra solución que recurrir a mi buen amigo Óscar M. Olivares a quien cariñosamente he apodado mi "arqueólogo de cabecera" ya que lleva una larga temporada dedicado a poner en orden con las nuevas tecnologías la montaña de papeles acumulados durante tantos años de trabajo y que constituyen lo que podríamos llamar mi legado intelectual. Nadie mejor que él para dar testimonio de mi actividad docente y mis colaboraciones en el campo de la economía humanista, de la cooperación y desarrollo, trabajos que, supongo, me han hecho merecedor ante ustedes del premio que hoy recoge Óscar en mi nombre. Confío en que sepa transmitirles mi gratitud.

Los premios, siendo todos ellos apreciados, cada uno ocupa un lugar distinto en mi mundo afectivo, en función de su significado. Me resultan especialmente gratos los reconocimientos provenientes del mundo universitario, pues aunque soy más conocido como escritor y economista, la docencia universitaria ha sido una actividad muy importante y gratificante en mi vida. En la Universidad de Valencia he impartido conferencias y he intervenido en varios actos, algunos de ellos muy emotivos como, sin duda, sería para mí esta entrega de premio. Más aún, en estos momentos de contrareforma en los que la Universidad es víctima (una de tantas) de las políticas financieras depredadoras y la miopía intelectual de gobernantes, me siento profundamente afectado y entristecido. De Bolonia a Wert pasando por los recortes, la Universidad entendida como templo del saber parece destinada a desaparecer y reducirse a taller mercantilista, falto de medios. Por eso aprovecho la ocasión de los estudiantes presentes en este acto para incitarles a luchar contra ello y también, como no, para solidarizarme con mis colegas profesores universitarios que ejercen su magisterio con vocación y medios cada vez más recortados, por debajo que no por encima de sus posibilidades.

Por último deseo felicitar al Profesor Colomer y resaltar la importancia de las actividades de INAUCO a favor de la autogestión y acción comunal iberoamericana, a favor de la economía solidaria como vía para la erradicación de la pobreza.

Suelo decir que hay dos clases de economistas: los que se dedican a hacer más ricos a los ricos y los que nos dedicamos a hacer menos pobres a los pobres, o al menos lo intentamos. Me enorgullece sentirme bien acogido y reconocido por quienes no solo comparten esta idea sino que, afortunados ellos, aún están en activo y la ponen en práctica con su trabajo diario, quienes aún no han sido diagnosticados de una dolencia incompatible con la actividad. Un abrazo solidario a todos ellos.

Gracias.

José Luis Sampedro