El socialismo comunitario que se impulsa actualmente en
Latinoamérica constituye una enriquecedora fuente de información y experiencias
para la transición socialista que se está desarrollando en Cuba. Junto a las
investigaciones en países como China y Vietnam, también se debe prestar
especial atención a las experiencias socialistas de la región en la que estamos
incluidos y por cuya integración empeñamos nuestros mayores anhelos.
La editorial CAMINOS del Centro Memorial Martin Luther King
Jr. publicó en el No. 6 de sus Cuadernos de Solidaridad un artículo del
Profesor de la Universidad de La Habana Luis del Castillo Sánchez en el cual
aborda la economía solidaria que se desarrolla en América Latina, así como las posibilidades que ésta ofrece para
impulsar el desarrollo local en nuestro país. Basándose en la Ley de Economía
Popular y Solidaria promulgada en Ecuador en el año 2011, del Castillo
identifica, entre sus principios, la búsqueda del bien común, la prevalencia
del trabajo sobre el capital y del interés colectivo sobre el individual, la responsabilidad social y la
distribución equitativa de los excedentes.
Fuerzas de izquierda en Latinoamérica impulsan este tipo de
economía como respuesta a las políticas neoliberales que se aplican en la
región, con su secuela de pobreza y exclusión social. En Cuba, donde no existen
políticas neoliberales, la situación es diferente. No obstante, estas
experiencias latinoamericanas resultan útiles para el desarrollo del municipio
y la comunidad dentro del actual perfeccionamiento de la planificación
económica que se lleva a cabo en la Isla Caribeña.
Al abordar el desarrollo económico de Cuba en los
territorios, Del Castillo identifica algunos problemas que conspiran en la
exitosa aplicación de los métodos de la economía comunitaria. Entre ellos
incluye la verticalidad de las decisiones desde los niveles superiores que
limitan el protagonismo de las autoridades locales; insuficiente liderazgo de
los gobiernos locales; falta de confianza de los productores locales en la
estabilidad de los suministros de insumos para la producción; insuficientes
recursos financieros y de alternativas para gestionarlos.
Y concluye el contenido de su artículo subrayando que “existen múltiples formas de combinación del
plan central y el territorial, por vías directas e indirectas, sin que implique
que todos los proyectos e iniciativas de desarrollo local deban estar
obligatoriamente incluidos en el plan central”.
En la misma publicación de la editorial CAMINOS, el
sociólogo argentino y profesor de la Universidad Nacional de La Plata, Mariano
Féliz, concentra su artículo en los fundamentos del proyecto emancipatorio del
buen vivir que se utiliza en varios países latinoamericanos como alternativa al
desarrollo del capital. Este proyecto es conocido como sumak kawsay entre los pueblos de lengua quechua y suma qumaña entre los aymaras. El
profesor argentino destaca que en el concepto del buen vivir se incluyen “las
formas comunitarias y cooperativas de producción y reproducción social (de
economía popular) con base en la cooperación, la solidaridad y el respeto a la
naturaleza”.
El programa de transición para la construcción del buen
vivir que propone Mariano Féliz se apoya en el uso de las riquezas naturales
evitando el saqueo de los bienes comunes; la promoción de prácticas
democráticas tanto en torno a las políticas del Estado como en el sindicato,
las cooperativas y otras formas organizativas populares; la implementación de
nuevas modalidades de intercambio y distribución junto con nuevos patrones de
consumo de valores de uso.
Gran parte de los métodos del socialismo comunitario que toma fuerza en
Latinoamérica pueden tomarse en cuenta, con la debida adecuación, en el proceso
de transición socialista que experimenta nuestro país.