Las
inolvidables candidaturas testimoniales de 2009´ fueron recursos reprochables
en las que ciertos ¿dirigentes políticos? se pusieron a la cabeza de las listas
de candidatos a diputados nacionales, sin la intención real de asumir el
cargo de resultar electos, con el fin de aprovechar la buena imagen de los
mismos para sumar votos. Un claro ejemplo fueron Daniel Scioli y Sergio Massa
en las elecciones del 28 de junio de 2009, cuando lograron que la Cámara
Nacional Electoral les aceptara su presentación en el segundo y cuarto lugar en
la lista kirchnerista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires
para el Frente para la Victoria, pero, una vez ganada la elección, tanto Scioli
como Massa renunciaron inmediatamente a las bancas obtenidas, desairando
a sus electores y frustrando el sagrado derecho de estos últimos. Así se
consumó otro vulgar caso de charlatanería política con la particularidad de
haber obtenido éxito corto, sin negar por ello que fue una bufonada que dio en
el clavo. Estos
maltratos políticos nada tienen que ver con la clase de trato que se considera
ético o correcto desde el punto de vista moral. En efecto, los mismos
implicaron destratos y ´fascinaciones del barro´ que ya deben ser
execrados, condenados y repudiados, definitivamente. Urge
destacar y determinar que el buen trato es imprescindible a nivel político,
legislativo y judicial, pero ello exige imprescindiblemente acreditar experticia
y pertinacia, transmitir y contagiar fiabilidad para, sólo así, ir
logrando la convicción de credibilidad no en cascaras ni imposturas sino en
contenidos, realizaciones y satisfacciones ciudadanas. Cuándo
veremos hacer y decir a un presidente, gobernador o intendente argentino,
las palabras del político uruguayo Aparicio Saravia da Rosa, (1856/1904)…
«Es por eso, hermano, que estoy en donde estoy, y aquí estaré al morir. En el
bando de los administradores de buena fe; en el partido de las probidades
presidenciales, junto a aquellos que suben y bajan pobres del poder». «La
patria es algo más de lo que tú supones; la patria es el poder que se hace
respetar por el prestigio de sus honradeces y por la transparencia de las
instituciones no mancilladas»; «La patria es el conjunto de todos los partidos
en el amplio y pleno uso de sus derechos».; «La patria tiene que ser la
dignidad arriba y el regocijo abajo, porque con postes podridos no se hacen
corrales en tanto las cascaras políticas se van, pero el cerno queda» "Si
no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está
enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las
personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y
tengan Parlamento." (Nelson Mandela) Preconclusivamente,
cuando en un país supuestamente democrático y riquísimo, (sobre) viven
demasiadas personas que no encuentran atención sanitaria, educación de
calidad, seguridad ciudadana, trabajos dignos con el que ganarse la vida,
familias que no pueden lograr una alimentación decente y en cantidad
suficiente; donde no disponemos de calles seguras para tránsitos fluidos, donde
no se respeta la palabra oficial comprometida ni los fallos de su máximo
tribunal, donde no hay justicia y reina la impunidad… ¿cómo puede alguien
todavía seguir creyendo que vivimos en una democracia? Donde hay
necesidades insatisfechas, donde se conculcan o ralentizan derechos, pues
entonces no hay democracia en cuanto tal, porque si no se respetan
derechos elementales de las personas, la política vernácula extraviada y
cautivada por un “Estado botín” sin escatimar canibalismos, redujo nuestra
democracia a relato, a imposturas y a cáscaras vacías, tan conocidas como
padecidas. Finalmente,
sin eufemismos, por sus frutos los conocimos, los conocemos, los reconoceremos
y deberemos evaluarlos en cada nueva ´secuencia electoral´.
Instituto Intercultural para la Autogestión y la Acción Comunal, UPV Camino de Vera s/n [Pabellón K-8], CP 46022, Valencia, España
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