En la cultura cristiana, la llegada de un nuevo año, como este 2017,
contado precisamente a partir del año estimado de nacimiento de Jesús
Liberador, suele representar un espacio para la renovación de la esperanza. Como
una oportunidad para los pueblos hacia un futuro mejor. Así, en medio de la
crisis mundial actual, desde la espiritualidad ecuménica liberadora, a pesar de
los grandes conflictos actuales entre la gente y con la Madre Tierra, resulta
un momento de renovación del esfuerzo en el seguimiento del mensaje constructor
de la paz que impulsa vitalmente Jesús. Como continuación a la conmemoración de
su nacimiento. De allí que se dedica el primer día del año nuevo a la reflexión
sobre la Paz que Él deja, que “no es como la que da el mundo”, esa que desde la
“pax romana”, pretende justificarse desde entonces por los poderes opresores en
contra de los pueblos oprimidos. Es una Paz con base en la justicia, la verdad,
la fraternidad, el cuidado de la casa común.
En su reciente mensaje de Navidad 2016, el Papa
Francisco planteó: “El poder de un Niño, Hijo de Dios y de María, no es el
poder de este mundo, basado en la fuerza y en la riqueza, es el poder del amor.
Es el poder que creó el cielo y la tierra, que da vida a cada criatura: a los
minerales, a las plantas, a los animales; es la fuerza que atrae al hombre y a
la mujer, y hace de ellos una sola carne, una sola existencia; es el poder que
regenera la vida, que perdona las culpas, reconcilia a los enemigos, transforma
el mal en bien. Es el poder de Dios. Este poder del amor ha llevado a
Jesucristo a despojarse de su gloria y a hacerse hombre; y lo conducirá a dar
la vida en la cruz y a resucitar de entre los muertos. Es el poder del
servicio, que instaura en el mundo el reino de Dios, reino de justicia y de
paz.
Por esto el nacimiento de Jesús está acompañado por
el canto de los ángeles que anuncian:
«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los
hombres que Dios ama» (Lc 2,14).
Hoy este anuncio recorre toda la tierra y quiere
llegar a todos los pueblos, especialmente los golpeados por la guerra y por
conflictos violentos, y que sienten fuertemente el deseo de la paz.
Paz a los hombres y a las mujeres de la martirizada
Siria, donde demasiada sangre ha sido derramada… Paz a los hombres y mujeres en
las diferentes regiones de África, particularmente en Nigeria, donde el
terrorismo fundamentalista explota también a los niños para perpetrar el horror
y la muerte… Pedimos concordia para el querido pueblo colombiano, que desea
cumplir un nuevo y valiente camino de diálogo y de reconciliación. Dicha
valentía anime también la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con
vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un
futuro de esperanza para la población entera. “
En este tiempo de amenazas bélicas con grandes
gastos en bases militares y de irresponsables acciones contra la vida en el
Planeta, el mensaje del Papa Francisco resulta de amplitud universal, especialmente
necesario y reconfortante en este tiempo de crisis, que se une al de grandes
profetas humanos de la paz, como Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Oscar
Romero, Nelson Mandela, la madre Teresa de Calcuta, y tantos testimonios de
vida. Es en este sentido que las comunidades de buena voluntad del mundo desean
para todos un Feliz y ampliamente
constructor de la paz año nuevo 2017.