Por: Ricardo Silva
Romero
Sé que no damos más. Sé que no queremos saber de tarjetones ni de urnas por unos meses. Pero me temo que salir a votar la consulta anticorrupción es tan importante como salir a votar por la paz. Porque –aun cuando nuestro Estado en mora esté plagado de leyes que no atajan su descomposición sino que la demuestran– votar este domingo 26 es decirles siete veces “sí” en voz alta, siete veces “sí” entre signos de exclamación, a la reducción del salario, a la transparencia, a las rendiciones de cuentas, a la extinción de dominio de las ganancias injustificadas, a la limitación a tres períodos, a la expulsión por corrupción y a la vigilancia ciudadana de los padres putativos de la patria. Pero sobre todo es decir “sí” a dejar de ser una cultura –que se roba a sí misma– en la que ‘familia’ es sinónimo de ‘mafia’, de ‘clan’.
Y en la que cada una de las necesidades humanas, de la
salud a la justicia, tarde o temprano es acechada por algún cartel.
Adiós, palabra ‘cartel’, hasta nunca: ya ha habido ‘cartel de los
medicamentos’, ‘cartel de los enfermos mentales’, ‘cartel de la contratación’,
‘cartel de la alimentación escolar’, ‘cartel de la toga’, ya qué.
Estamos
hartos de que el Estado sea un viacrucis lleno de trampas, como un panóptico
inútil al que solo sobreviven los peores.
‘Corrupción’,
por su parte, es sinónimo de ‘podredumbre’, de ‘infección’, de ‘unto’.
“Corrupción” fue el grito de la semana. La Universidad Externado presentó el
lunes, ante los principales vigilantes de la nación, una investigación de
cuatro tomos sobre el tema. El martes en la mañana, en una corte en Miami, el
exfiscal anticorrupción que se encogió de hombros ante su propia corrupción
reconoció haber cometido “conspiración para lavar dinero con el fin de promover
sobornos en el extranjero”, entre otros delitos. Luego, en la tarde, el contralor saliente reveló que en estos cuatro años se perdieron
14 billones en “irregularidades administrativas”: “se están robando todo”,
dijo. Y en la noche, cuando la cifra del saqueo resultó ser
85.000 millones, el Presidente anunció la creación de un plan de alimentación
escolar que sí lo sea.
Sé que la gran mayoría de los empleados públicos no merecen estos vigilantes a
los que nadie vigila. Sé que estamos hartos de que el Estado sea un viacrucis
lleno de trampas, como un panóptico inútil al que solo sobreviven los peores.
Sé que solo en un infierno tiene sentido el verbo ‘empapelar’. Pero voy a votar “sí” en la consulta del domingo 26 pues es votar
contra esta cultura de torcidos que se ven rectos a sí mismos: esta nación de
sobornadores queridos; de colados indignados; de desfalcadores
frenteros; de dirigentes del fútbol que acaban convertidos en revendedores de
boletas; de honorables parlamentarios listos a encajar en la Contraloría, a la
brava, a los dos candidatos más cuestionados entre los diez; de altos
funcionarios que se ganan el derecho a robar luego de toda una vida de ser
decentes.
De
vez en cuando tenemos oportunidades como la consulta anticorrupción para
devolverle la legitimidad a esta ciudadanía que suele regodearse en la ruina.
Damos al Estado por perdido. Damos por hecho que esta gente llega a robar como lo hizo su padre
y el padre de su padre: “Y a mi primogénito le dejo mi curul...”.
Contamos con que los políticos –los vivos disfrazados de políticos– nos
engañan, nos chantajean, nos asaltan: así fue, así es, así va a ser. Pero de
vez en cuando tenemos oportunidades como la consulta anticorrupción para
devolverle la legitimidad a esta ciudadanía que suele regodearse en la
ruina. Creo que al Estado, en las manos pasajeras del presidente Duque,
también le conviene que todo salga bien ese 26, pues tienden a ser
más prósperas las sociedades que se sienten escuchadas, pero tanto el Gobierno
como su errático partido se han pasado los últimos días enrareciendo la
consulta que hasta hace poco apoyaban con vehemencia.
Yo sé que no damos más. Pero vale la pena votar contra una cultura que no tiene
palabra.
Comentario:
COLOMBIA:
QUE ES Y QUE HACE EL CONGRESO DE LA
REPUBLICA
Ei 70 % o
más representan los grupos económicos y políticos más poderosos que
durante más de 100 años han gobernado el país, y por ello:
1. Ganan 42 salarios mínimos
2. Trabaja 12 días y le pagan 30
3. Trabaja 7 meses y le pagan 12
4. Si no asiste al trabajo no pasa nada
5. Le pagan el apartamento donde vive en
Bogotá
6. Le pagan los escoltas
7. Le pagan el vehículo y si quiere no
lo devuelve
8. Le pagan la gasolina
9. Le pagan el celular
10. Le pagan la comida
11. Dispone de 50 salarios mínimos para contratar asesores
12. Le pagan un prima técnica
13. Le pagan primas de junio y diciembre
14. Le pagan prima de seguridad
15. Se pensiona con 28 millones
16. Le dan 8 tiquetes de avión al mes
17. Tiene inmunidad e impunidad
18. Si lo ponen preso paga la
condena en su casa
19. Se puede reelegir indefinidamente
20. Hace leyes para él y sus amigos
Y no se queje: Usted le
eligió porque no sabía.
Ahora apoye la consulta
anticorrupción votando el 26 de agosto.