A comienzos
de los años 70 del siglo pasado, la ONU inició una campaña para que los Estados
miembros concedieran un 1% de sus presupuestos para ayudar a los pueblos
subdesarrollados. Años después, se matizó ese porcentaje, señalando que la
lucha contra esa lacra del subdesarrollo recibiera un 0,7% de los gobiernos y
un 0,3 % de sus sociedades civiles.
El
presidente de la UNESCO, Federico Mayor, en los años ochenta se quejaba de que
los Estados no cumplían con este compromiso. Paralelamente se pone en marcha
desde los municipios y, preferentemente, los medianos y pequeños, un movimiento
de concertación y solidaridad para estas ayudas y como bandera esa cifra mítica
del 0,7%. Se trataba de una solidaridad amplia, no sólo en la cooperación al
desarrollo sino también en la formación de voluntariado y las prácticas de
solidaridad y conciencia compartida.
En España,
Vitoria y su entorno fue de los primeros en ponerlo en marcha y también los
Fons catalanes y vascos. Incluso, se planteó una Confederación de Fons que
permitiera el intercambio de experiencias y el apoyo mutuo para proyectos más
grandes.
Los
estatutos del Fons Valencià per la Solidaritat, se aprobaron el 24 de marzo de
1993 y aquel grupo inicial lo formaron los municipios de Biar, Beniganim,
Alberic, Cortes de Payas, Aielo de Malferit, Alfafara. Sellent y Vallada, si no
olvido algún otro socio fundador. Un papel destacado lo tuvo el movimiento
Justicia y Paz, al que pertenecía el alcalde de Biar, así como la ciudad de
Xàtiva, que fueron los verdaderos promotores del Fons. Xàtiva continúa siendo
la sede del mismo y de su secretaria.
Entre sus
objetivos se encontraba integrar en ese Fondo común los recursos de los
distintos municipios para ayudas al Tercer Mundo presentadas por ONGs. También
promover campañas de sensibilización y estímulo a la participación ciudadana en
este campo y promover la colaboración de instituciones públicas y privadas
valencianas que destinen a la cooperación al desarrollo un porcentaje de sus
presupuestos tendente al 0,7%.
Poco a poco
se ha ido ampliando el número de municipios, más de 70 ahora, incluidas las
tres capitales de provincia, varias mancomunidades e incluso universidades en
donde se colabora en masters interuniversitarios de cooperación y de formación
de voluntariado.
Ya en los
años 90 debo dar testimonio de una colaboración muy fluida, sin grandes trabas
burocráticas y con una gran eficacia, que nos permitió actuar eficazmente por
medio de nuestro instituto INAUCO. Así se nos planteó en la ciudad de Ate
(trescientos mil habitantes) junto a la ciudad de Lima, Perú, el construir un
dispensario médico que no existía para un alto porcentaje de su población.
Recibimos esta ayuda y allí se construyó, poniendo en su cabecera el nombre de
INAUCO y la colaboración del Fons, en junio de 1999. Ese mismo año recibimos en
Valencia al alcalde de Huarocondo, Simón Ccorimanya, primer alcalde indígena de
este municipio e ingeniero agrónomo. Se encuentra situado a tres mil quinientos
metros de altura, a mitad de camino, junto a la vía del tren, que lleva de
Cuzco a Machu Pichu. Nos explicó que en su valle solo llegaba el agua de lluvia
y que consideraba imprescindible una obra de ingeniería, tanto para la bebida
de las personas como para el riego de los campos. Se trataba de una obra
notable para la que el Fons aprobó una inversión considerable mediante la cual,
por un gigantesco sifón, se consiguió hacer subir y trasladar el agua potable
desde un valle vecino hasta el de Huarocondo. El 14 de noviembre de ese año
1999 asistimos, con una gran emoción, a la primera vez en que esa agua
canalizada llegaba allí en medio de los gritos de euforia y las lágrimas de
alegría de su comunidad. Inauguramos en el centro de esta población de este
municipio cabeza de Distrito la Avenida de Valencia que allí queda, en estas
grandes alturas de los Andes, como testimonio de solidaridad.
A finales
del 2000 el alcalde de Ate y otros alcaldes peruanos me pidieron que les
ayudara, mediante la redacción de un Manifiesto fundacional, a la constitución
de una nueva organización de municipios en su país. En junio de 2001, en el
Casino de la Plaza de Armas de Lima, se constituyó la Federación de Municipios
Libres del Perú (FEMULP) que ha crecido en extensión y pujanza desde entonces.
El Fons
Valencià per la Solidaritat acudió al El Salvador con motivo del terremoto que
allí ocurrió en noviembre de 2001 y se encontró con la sorpresa de otro
terremoto administrativo como era que, con cada cambio de elección municipal,
desaparecían los empleados de la etapa anterior y la mayoría de sus papeles.
Ante esto el Fons puso en marcha, en el 2002, el Plan Agora, para promover la
aprobación de una ley de funcionarios de la Administración Local. Recordemos
que hacia solo pocos meses de haberse alcanzado la paz, tras una guerra civil
cruenta, y con ayuda española haber puesto en marcha instituciones
democráticas. El INAUCO y yo mismo participamos, a petición del Fons, en estas
tareas y recuerdo impresionado un viaje a El Salvador ese año y una comida con
diputados de distintos grupos de su Asamblea Nacional, que hacía no mucho se
habían estado pegando tiros, se sentaban con nosotros y todos ellos, de tan
distintas tendencias, manifestaban su deseo de apoyar la aprobación de tal ley.
Sus
concejales y alcaldes, (agrupados en la Federación de Municipios Comunes),
vinieron varias veces a Valencia y allí seguimos trabajando con ellos.
Finalmente, la ley se aprobó y es un ejemplo para los otros países de la región
porque la seguridad jurídica tan deseada, se inicia en la estabilidad de los
funcionarios de las Administraciones Públicas y en la continuidad de sus
servicios.
En este
campo el INAUCO ha sido también pionero ya que organizó en la Universitat
Politècnica de València, en enero de 2006 la presentación en Europa del
programa ISO-iWA 4 para conseguir, por primera vez, la aprobación de unas norma
social ISO de acuerdo con las claves de tal programa. Se trataba de definir a
gobiernos locales confiables para la ciudadanía. En medio de la jornada, Joan
Bou presentó la ponencia ENSOM-420 que mediante 522 indicadores marca los
niveles en torno a cinco áreas, la ayuda humanitaria y de emergencia, el
compromiso con la sostenibilidad ecológica, la convivencia con los inmigrantes
necesitados, la cooperación para el desarrollo con los municipios de los países
empobrecidos y la educación para la solidaridad.
En
septiembre de 2006 y como curso del INAUCO en la UPV y bajo la coordinación de
Joan Bou –que por cierto, fue uno de los primeros promotores del Fons, en
Xàtiva- impartimos ese curso para formación de asesores que pretendió
establecer un plan estratégico para la potenciación de la solidaridad en los
municipios de la Comunitat Valenciana. Se hicieron prácticas en bastantes
municipios, de distinto tamaño, desde los más pequeños hasta en el Ayuntamiento
de Alicante, por ejemplo. La experiencia fue muy valiosa porque no se trataba
solo de realizar el diagnóstico de la situación sino también de promover una
conciencia y un estímulo para el crecimiento de estas prácticas solidarias.
Es una pena
que las instituciones no apoyaran el desarrollo de estos programas y prácticas
porque solo el crecimiento de municipios verdaderamente solidarios y
cooperativos nos permitiría afirmar su naturaleza democrática, frente a los
egoísmos de los que se encierran en su aislamiento de privilegio, para los que
todo lo demás resulta ajeno e incómodo.