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06/08/2021

Una aproximación didáctica a la dirección de equipos (y IV)


por José Luis López González


 

V. Reflexiones finales. Las virtudes de un buen director de grupo

 

 a). La consecución de resultados ha de quedar siempre supeditada a un estilo acorde a unos exigentes principios éticos que el técnico debe autoimponerse aunque resulta elogiable que también lo haga el club. No todo vale con tal de alzarse con la victoria. La manera de conseguir los objetivos deportivos es tan importante o más que su propio logro. La consecución de este objetivo tiene como premisa una reflexión permanente del técnico sobre su propio trabajo (retroalimentación producto de la dinámica de cada curso deportivo con sus futbolistas) que le lleve a introducir cambios y mejoras en su metodología temporada tras temporada. Unas mejoras que no afectarán posiblemente a las bases de su estilo de juego pero sí al amplísimo campo de desarrollo de las mismas.  Se trata de asimilar nuevos conocimientos, siendo flexible para modificar lo que sea susceptible de mejora a partir de la  crítica  la crítica constructiva y de la reflexión personal que la misma genera.

b). El entrenador debe crear un ambiente de trabajo que permita a sus discípulos disfrutar de la tarea que realizan al tiempo que se desarrollan en el plano emocional y adquieren destrezas y buenas prácticas de convivencia en sociedad. Debe propiciar la creación de un clima socio-afectivo positivo y generador de una elevada cohesión. Ha de enseñar al futbolista a dominar las facetas de juego correspondientes a su demarcación en el campo, a disfrutar compitiendo con otros y a sentirse bien desarrollando su labor deportiva en el equipo y al servicio del mismo. En realidad, en toda labor formativa ha de buscarse el delicado y siempre provisional equilibrio entre el “yo” y el “nosotros”. Una exageración del “yo” incapacita para el desarrollo de la labor de equipo. Una sobrevaloración del “nosotros”, en detrimento del “yo”, genera individuos carentes de personalidad y escasamente dispuestos a asumir su propia responsabilidad. En este sentido, me parece que se debe prestar particular atención a las habilidades y competencias relacionadas con la cooperación y la comunicación. El trabajo en equipo y la buena capacidad de comunicación por parte de cada uno de sus miembros incrementa extraordinariamente su autoestima al tiempo que mejora también su rendimiento individual.

c). El entrenador debe ser receptivo al diálogo con sus discípulos y recibir con agrado sus opiniones. Dirigir es esencialmente comunicarse bien con los pupilos. Una buena comunicación conlleva el reconocimiento del mérito y la corrección del error de los miembros del equipo. Cuando los jugadores rinden deficientemente, hay que transmitirles comprensión y no exclusivamente exigencia. Todos los jugadores tienen días difíciles o poco afortunados y valoran que su entrenador lo comprenda.

d). En la dirección de equipo la autoridad, concepto de contenido relativo al prestigio producto del trato humano y el cultivo de las mejores cualidades personales, muy diferente de la pura imposición propia de las relaciones de poder, se gana por el buen estilo y el comportamiento fiel a exigentes principios éticos.

e). El entrenador propiciará que la relación con el jugador sea de respeto mutuo, tanto en el ámbito personal como profesional.

f). El entrenador mejora su liderazgo cuando tras equivocarse es capaz de pedir disculpas sincera y humildemente a sus pupilos.

g). Un entrenador ha de ser un buen gestor, orientado tanto a las necesidades de los deportistas que tiene a su cargo como al rendimiento deportivo de los mismos. Ha de ser capaz de ejercer su poder sin romper el equilibrio entre las necesidades individuales de los jugadores y el interés del equipo que en un deporte colectivo goza de valor preferente.

h). Un buen director de grupo muestra interés por el deportista como persona y fomenta unas óptimas relaciones en el equipo, donde no impone su autoridad y utiliza un modo equilibrado para corregir errores y animar al deportista a seguir trabajando. Lo anterior, le permite crear un clima favorable para el entrenamiento y la competición. Por otra parte, y por obvio que pueda parecer, conviene recordar que el deportista es una persona. Cuando se le escucha y se le apoya en cualquier cuestión relacionada con su vida personal se está favoreciendo también, de una parte, su desarrollo, evolución y crecimiento como deportista y, de otra, se está incrementando con toda seguridad su implicación con el equipo y con sus objetivos.

 VI. Orientación bibliográfica básica

.ABRIC, Jean Claude (1986). La creatividad de los grupos en Serge MOSCOVICI (Editor) “Psicología Social”. Barcelona, Paidós. Pp.237-260.

.COUTO LAGO, Alex (2014). Las grandes escuelas del fútbol moderno. Barcelona, Ed. Fútbol de Libro (FDL).

.GUINDOS LÓPEZ, Daniel (2015). Construcción metodológica del modelo de juego. Nadie sabe nada. Una visión sistémica. Barcelona, Ed. Fútbol de Libro (FDL).

.LAGO PEÑAS, Carlos (2018). Cortita y al pie. 40 consejos para entrenar mejor en el fútbol y otros deportes de equipo. Londres, Ed. Harrap.

.MARTENS, Rainer (2002). El entrenador de éxito. Barcelona, Ed. Paidotribo,

.MARTÍN ACERO, Rafael y LAGO PEÑAS, Carlos (2005). Deportes de equipo. Comprender la complejidad para elevar el rendimiento. Barcelona, Ed. Inde.

.MARTÍN BARRERO, Alberto y MARTÍNEZ CABRERA, Francisco Ignacio (2019). El modelo de juego en el fútbol. De la concepción teórica al diseño práctico. Revista Retos. Número 36, 2019 (versión digital disponible en: www.retos.org).

.MORENO GONZÁLEZ, Robert (2013). Mi receta del 4-4-2. Reflexión, desarrollo y aplicación práctica de una visión de este sistema. Barcelona, Ed. Fútbol de Libro (FDL).

.TAPIA FLORES, Antonio y HERNÁNDEZ MENDO, Antonio (2010). Dirección de equipos de fútbol. Revista Digital EFDeportes.com. Buenos Aires, Número 147, agosto de 2010.

.TORRADO QUINTELA, Julio (2012). Liderazgo entre iguales en equipos deportivos: una revisión camino a la integración. Revista Digital Escritos de Psicología, Volumen 5,  Número.2. Málaga, mayo-agosto de 2012.

. VAN EYLE, Jil (1999). 40 horas en 90 minutos. Zalla (Vizcaya). Ed. Deusto.

 


Una aproximación didáctica a la dirección de equipos (y IV)




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