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11/09/2023

LA VIDA, LOS PENSAMIENTOS Y LA PAUSA


por Sheyla Navia


La vida. No me sorprende su carácter multiforme, que la configura como compleja, dolorosa, extraordinaria, disfrutable...Y no por eso, por nuestro entorno, y por la actualidad que nos brinda dotes de inteligencia y tecnología para sobrellevarlo, no deja de ser la vida junto a su contenido. Esas herramientas muy pocas veces nos harán expertos y, de forma paralela, nos hacen vulnerables. Nunca aprendemos y hemos estado aquí antes. Entonces ¿Debido a qué estamos siempre atrapados y huyendo de las balas? Cuando, en realidad, estamos amenazados por infinitas balas que deseamos esquivar. Nuestro interior alberga emociones, algunas simples y otras complejas, cogniciones, algunas idiosincrásicas y otras compartidas por la vasta mayoría, y tendencias conductuales, algunas reprimidas y otras incluidas en su repertorio comportamental. Todos estos procesos y fenómenos están gobernados por las contradicciones, arquitectas invisibles de nuestra salud mental y que luego se extrapolan a nuestro entorno. De ahí que se deba poner en valor a aquellas personas que, pese a autodeterminarse, por diferentes circunstancias, a ser infelices, internamente trabajan para no amargarse, para que su estado no altere la percepción que tienen de la alegría ajena. Para no repercutir negatividad en la existencia de los otros, y ello desde un lugar dónde lo último que respira es esperanza. Esas personas, a mi juicio, son las mejores del mundo. Se necesita mucha inteligencia, bastante sensibilidad y suficiente bondad para ser infeliz y no hacer infeliz a tu entorno.

Este círculo vicioso es complejo, de eso no cabe duda, y está mediado por múltiples factores, pero uno de los más importantes es la intolerancia a las contradicciones, y una forma de combatirla es tomando conciencia de las distorsiones cognitivas que la alimentan. Esas distorsiones son errores a la hora de interpretar la realidad, entendiendo por realidad situaciones muy diversas. El problema principal generado por las distorsiones es que se sostienen sobre una necesidad de control total, donde crees y te obligas a predecir y entender todo lo que pasa, aunque no dependa de ti. Ese esfuerzo resulta agotador y está condenado al fracaso.

Por otro lado, la dificultad en diferenciar cuando las distorsiones se disfrazan de lógica, que nos fuerza a interpretar la realidad en términos dicotómicos, sin tener en cuenta las posibilidades intermedias. Por no decir que a su lado se sitúa el razonamiento emocional, que nos hace interpretar la realidad en base a sentimientos pasajeros. También entra en juego el “debeísmo”, que nos hace focalizarnos en lo que socialmente debemos pensar, sentir y hacer, sin importar el contexto.

La gran pregunta es: ¿De dónde surgen estas distorsiones? Y la respuesta a esa pregunta no es unidireccional. En ocasiones, guarda relación con un núcleo familiar muy exigente. A veces, procede de una mala gestión emocional sostenida en el tiempo. En ocasiones, las distorsiones traen causa de zambullirte de lleno en un rol nuevo que es importante para ti, como ser jefa o jefe. Y para otras, algo nuevo como la maternidad y en los otros, la paternidad. Lograr el trabajo de tus sueños, conocer al amor de tu vida o retomar la soltería tras una relación larga y tortuosa. En cualquier caso, para respetar nuestras contradicciones y no sucumbir a la culpa cuando inevitablemente emergen, conviene familiarizarnos con ello.

¿Cómo? Tal vez con la relativización de los problemas, que es clave en el bienestar. Esa relatividad de las dimensiones de los diferentes problemas nos enseña a atender lo trascendental y a bajar de estatus a cuestiones que muy probablemente no merecen tanta atención como le damos. En mi personal criterio lo denomino conectar con lo esencial de la vida. Con tiempo y práctica, será más sencillo identificar estas cavilaciones autodestructivas en el momento en el que aparecen, así como poner en preaviso a nuestro cerebro para que, ante un mal día, una semana complicada o una racha adversa, no sucumba a las distorsiones.

No nos damos cuenta de la cantidad de elementos y circunstancias externas que han resultado decisivas en la construcción de nuestra vida obedeciendo a la presión de “lo correcto”. ¿Quién decidió eso? No lo sé, pero sí sé que tenía una visión muy estrecha y rígida de lo que es la vida. La vida siempre empieza cuando decides decidir. Lo demás es un mientras tanto. El problema será si el mientras tanto te lleva a acabar con aquello de lo que nunca debes prescindir: VIVIR mientras vives, y el plus será acompañarlo de la afabilidad y la autocompasión.

¡Qué importantes son esos dos verbos que dotan de fundamento a ese concepto! Esos verbos conviven en la expresión “dejar de actuar”. Deberíamos dejar de actuar en más ocasiones de las que lo hacemos. Es el día en el que solo quieres tener el privilegio de la pausa. Descender la intensidad de la marcha. Acomodarte en tu habitación, poner tu música favorita, presionar tu pecho, oír el latido de tu corazón y sentir qué quieres que siga ahora y qué no. Así, escuchando tu respiración como respuesta. Con la cabeza, inclinada, mirando a ese cielo, a esa luna que guarda tu vuelo. De forma tranquila. Despacio. En ese silencio donde la verdad, siempre, es revelada. Estar en pausa. Darte el permiso hermoso de frenar. Así, tu cuerpo a la altura de tu alma, ambos en línea. Que espere el que pueda esperar. Lo importante ahora es que te permitas esperarte, antes y siempre, a ti. Eso también es curarse y quererse e importante para seguir aquí y vivir.

Vivir rodeados de autoayuda nos ha metido en el bucle del “sobre análisis”. Somos incapaces de hacer algo sin analizar si lo hacemos bien o mal. Esta hipervigilancia jamás podrá ir acompañada de crecimiento personal. Crecimiento es aprender a hacernos menos caso, a tratar de obviar nuestros pensamientos destructivos. Mientras tanto, entendamos nuestra cabeza como un cubo de Rubik. El entretenimiento no radica en dejar el puzle fijo sobre una vitrina una vez que se ha solucionado. Al contrario, divirtámonos girando las piezas mientras observamos la contradictoria mezcla de colores de cada capa.


LA VIDA, LOS PENSAMIENTOS Y LA PAUSA




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