Lunes, 9 de Diciembre de 2024
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Artículos - Editorial - El búho ante el espejo
05/11/2024

ANTE LA DANA (RIADA) DE VALENCIA (ESPAÑA) ENTRE RELÀMPAGOS DE RABIA Y DE ESPERANZA


por Antonio Colomer Viadel


Ante la DANA (riada) de Valencia (España).

Entre relámpagos de rabia y de esperanza.

 

                            Antonio Colomer Viadel

 

En medio de tanta amargura y tristeza resuenan los gritos de rabia justificada ante tanta tardanza y falta de previsión.

El espectáculo grotesco de riñas sobre competencias para avisar con tiempo de la avalancha del diluvio que se nos venía encima, o en decidir sin consultar y solicitud de avisos, que había que poner todos los recursos del Estado, sin dilación ni retrasos, a la tarea de salvar a las gentes, es fomento de esta rabia e indignación.

Golpea el asombro de lo inesperado, este turbión de muertes y destrucción generalizada.

 

Tenía 15 años cuando viví la riada de octubre de 1957, en Valencia. Me empeñé, en medio de aquella ciudad anegada en su totalidad por un cauce desbordado del rio Turia que cruzaba la ciudad, en acudir a ayudar al barrio del Carmen, la ciudad antigua, que entonces tenía numerosas vaquerías, y me sobrecogió la imagen de aquellas vacas ahogadas, en medio de montañas de barro. Luego supimos de ochenta y uno personas muertas, sobre todo en los barrios marítimos-ahora, más de doscientas y al alza-. Esas imágenes y recuerdos se mantuvieron vivas, durante años, en mi memoria.

En la década siguiente estuvimos los valencianos abonando unos sellos del Plan Sur, contribución simbólica a aquella empresa gigante de llevar el cauce del rio fuera de la ciudad: 12 kilómetros de canal, de 200 metros de ancho, capaz de soportar 5000 metros cúbicos por segundo. Y llegar hasta el mar, 3,5 kilómetros más allá de la desembocadura original.

 

En esta riada o Duna hemos visto ese nuevo cauce lleno, de orilla a orilla, dejando a salvo, a la mayoría de la ciudad de Valencia.

Expertos en aguas, de nuestra tierra, nos dicen que los proyectos para encausar la rambla o barranco del Poyo-cuyo desbordamiento ha sido una de las causas principales de la tragedia- estaban hace una década elaborados, pero no hubo la decisión política para iniciar la construcción. Por el otro lado, la de los ríos Magro y Júcar que van hacia el lado de la Albufera y el mar también se había elaborado un proyecto de varias presas medianas y escalonadas que hubiera aliviado, en gran medida, esta otra fuente del desastre: tampoco se quiso realizar este proyecto.

 

Al llegar aquí no solo hay que hablar de la responsabilidad de los políticos, sino de la capacidad y competencia de los asesores y su coraje cívico para respaldar la necesidad de ciertas medidas, aunque no sean del gusto de los dirigentes políticos.

Hoy en día, en muchos casos, en vez de competencia y decisión lo que se les exige es fidelidad servil, perruna, a los jefes. Y aun es peor si los incompetentes, revestidos de esos cargos, solo por razón de esa fidelidad servil y muda, se deciden a tomar decisiones, desde su ignorancia.

 

En medio de tales tinieblas de incompetencia e irresponsabilidad, un relámpago de luz y esperanza lo encontramos en esa movilización espontanea de voluntarios-en su mayoría, jóvenes-para acudir desde el primer momento a esos pueblos y gentes, sumergidos por tal avalancha de agua, con una determinación y coraje, admirables.

Si este espíritu de cooperación y reciprocidad que se encuentra en el ánimo de tantos de estos voluntarios se inculcase en la educación y formación de nuestros jóvenes, en vez de esa oferta de venir a hacerse rico lo antes posible, y por cualquier medio, a construir en zonas inundables, con materiales lo más baratos posibles, y a no perder el tiempo en realizar obras públicas que no tienen rentabilidad y beneficio político a corto plazo, tal vez construiríamos una sociedad más justa y vivible.

 

Ese sentido del deber y de la responsabilidad consciente que ahora se desprecia a favor del goce y el placer individual, a costa de lo que sea, impondría una comunidad que, en el entrecruzamiento de los deberes de todos, en todas nuestras tareas, emanaría, sin esfuerzo, la plena vigencia de los derechos de todos.

 

Valencia, 5 de noviembre, a una semana del fatídico día 29 de octubre de 2024.

 

PD: No olvido, ingenuamente, que también existen, en medio de la tragedia, ladrones, estafadores y delincuentes de toda ralea que se enfangan -doblemente- en la infamia de delinquir enmascarados por la catástrofe.

Ahora bien, la fortaleza de los justos, el coraje de su decisión será un freno que se impondrá. Y el Estado a sus deberes para cumplir la ley con rigor, al servicio del pueblo soberano.                        






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