UN ESPÍRITU MEDITERRÁNEO EUROPEO.
La extraordinaria figura de Luis Vives.
Antonio Gonzalez Carrillo
Luis Vives es un perfecto desconocido para una mayoría que sin embargo esconde una vida apasionante. Para subsanar esta laguna aparece una biografía sobre su figura del profesor José Luis Villacañas (Úbeda, 1955), historiador de Ideas Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.
Es nuestro primer pensador moderno, padre de la psicología española y reformador de la educación, a la altura de talentos como Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro.
En lo que llamaremos “Caso Vives”, vemos el claro ejemplo de un tipo humano excepcional que supo ver el inicio de la Modernidad con los ojos de un sefardita valenciano de mentalidad europea.
José Ortega y Gasset autor de una biografía sobre Vives le califica como filósofo “errabundo e independiente” cuya vida consistía en estudiar y escribir. Llevó una intensa vida intelectual bajo la influencia del erasmismo, del que fue un fiel representante. Vives y Erasmo compartían una amistad, un amor a las letras, y un afán común de defensa del humanismo así como una visión moderna de la espiritualidad religiosa.
Vives es mucho más que su vida y su obra, por lo que representa de historia de España heterodoxa.
Joan Lluis Vives nació en Valencia en 1493. La ciudad del Túria era la primera urbe española en población y riqueza. Su familia estaba formada por comerciantes judíos acomodados obligados por la Inquisición a convertirse al cristianismo para proteger sus propiedades y evitar ser expulsados. Siguieron practicando el judaísmo clandestinamente y al ser descubiertos sus padres fueron de inmediato procesados y condenados a muerte.
A los 15 años entró en la Universidad situada en la judería valenciana . Por las amenazas que empezaban a tener miembros de su familia sus padres decidieron mandarlo lejos, a la Universidad de la Sorbona. Allí se vio rodeado de profesores y estudiantes españoles donde acabó graduándose como Doctor en Lenguas Clásicas. Durante esta etapa de su evolución intelectual fue cuando rompió definitivamente con la Escolástica, filosofía hegemónica en estos ámbitos académicos.
Tras la trágica muerte de sus padres decidió no volver a Valencia a pesar de la nostalgia creciente que sentía por su patria chica.
Se marchó a Brujas donde vivían familias judías de mercaderes valencianos. Una ciudad que era de su agrado, donde admiró la educación y serenidad de sus gentes y donde encontró a la que sería su futura mujer.
Allí encontró una cultura familiar basada en el sentido del Derecho y de pacifico espíritu cristiano, agradándole este sistema de gobierno basado en la paz y en la justicia. Como joven filósofo no se sintió en ningún momento extranjero sino por el contrario relajado y seguro.
Contaba la ciudad flamenca con una noble nómina de humanistas que iban a influir notablemente en su vida y obra. Como en la ciudad de Brujas no había Universidad, tuvo que trasladarse a Lovaina, ciudad que detestaría.
A la muerte de Nebrija le ofrecieron la cátedra de Gramática de la Universidad de Alcalá de Henares , que por miedo a la Inquisición rechazó.
Viajó a Londres estableciéndose en la Corte gracias a su amistad con la Reina Catalina de Aragón, pensando que un humanista podría desarrollar dignamente su trabajo de investigador. Aunque añoraba la vida académica de Lovaina, y las discusiones apasionadas con los amigos de Erasmo, la capital inglesa le permitió entablar una amistad con Tomás Moro. Fue éste quien escribió una carta a Erasmo asegurándole que se sentía vivamente impactado por la lectura de las obras de Vives.
Cuando el emperador Carlos V emprende su campaña católica en Europa, Vives busca su protección frente a las insidias de Enrique de VIII que había repudiado a Catalina de Aragón.
En éste momento Vives abre su espíritu mediterráneo a este vasto territorio que es Europa, unida por una lengua común, el latín y una cultura de latinidad.
En sus últimos días en Brujas donde murió a los 49 años se dedicó a perfeccionar su cultura humanística, sin olvidar nunca su Valencia natal.