En el marco de una democracia donde toda la gente importa, restaurar
la autogestión productiva y la acción vecinal genuina, alentadas por economías
solidarias, será subordinar el precio de las cosas necesarias para la vida, al
valor de la dignidad de las personas.
Entonces, cuando proponemos una economía solidaria civil, propendemos reconocer dentro de la
economía, este sector diferenciado por
su naturaleza, fines y modos en cuanto a su singular organización y funcionamiento;
un sector integrado prominentemente por:
1) Las empresas cooperativas autenticas como asimismo sus afines y
complementarios del cooperativismo; 2) Las asociaciones mutuales de socorros mutuos
y primeros auxilios frente a riesgos eventuales; 3) Las empresas comunitarias
de asociaciones de productores, campesinos, usuarios, consumidores, etc.; 4)
Las cajas de ahorro y ayudas económicas, reciprocas; 5) Las empresas de trabajo exclusivamente familiar;
6) Los asociativismos que operan con la primacía del trabajo sobre el capital y
el incentivo del trabajo asociado sobre el trabajo asalariado; 7) Los entes
barriales para realizar obras y prestar servicios tercerizados
por comunas traducidos en cooperativas municipales; 8) Los consorcios
camineros; 9) Los fondos, créditos y derechos de empleados junto a sus instancias
de integración, mutualización y defensa; 10) Las organizaciones no
gubernamentales con legitimidad y experticia, de reconocida trayectoria y
solvencia; etcétera.
Como bien sugiere Colomer Viadel `pensemos ahora sobre la
importancia de un Estado social y democrático de derecho en el que sus vecinos-ciudadanos puedan tener acceso a bienes y servicios
eficientes de agua potable, saneamiento, energía eléctrica, transporte, gas,
comunicaciones, además de educación, sanidad, trabajo, asistencias crediticias,
vivienda, etc, y que ello se haga en condiciones que tiendan a la gratuidad o,
al menos, asegurando costos mínimos desmercantilizados para que no produzca la
exclusión en aquellas capas sociales lindantes con la indigencia, y por el
contrario sea factor de inclusión social. Al mismo tiempo en la importancia que
esto supone para la dignidad personal al
poder intervenir con un protagonismo autónomo, consciente y responsable en la
autoorganización y cogestión de estos servicios como en la emancipación de
dependencias y exclusiones sociales inaceptables.
Lo que aquí se trata, es de lograr una eficaz mancomunidad para la
mejor articulación local, regional y federativa de los distintos subsectores de
la economía solidaria y mixta en los diferentes ámbitos territoriales, y
también Vg., con las cooperativas de producción, industrialización o trabajo
asociado, de servicios, de crédito y de consumo. El fin sería crear un
verdadero sector de economía solidaria abierto a una estrategia de afines,
incorporando otras formas solidarias de organización empresarial, para alcanzar
ese punto de masa crítica, que permitiera una cierta invulnerabilidad del mismo
frente a competencias abusivas y desleales, y reivindicara instrumentos de fortalecimiento
institucional y apoyo para este espacio solidario de la economía, de carácter
comercial (Por caso, la generación
de escalas para compras y ventas conjuntas, valor agregado local, etc.), tecnológico, de seguros
y de empoderamiento para un compromiso axiológico y una cultura solidaria
constante que le dotara así de una cierta igualdad en esa competitividad con
los sectores privados y públicos de la economía.
La sinergia de esta alianza tendrá, sin lugar a dudas, un efecto
multiplicador y un beneficio para todos los ciudadanos por la marcada reducción
de precios y tarifas, ya que no es el beneficio ni el lucro el motor
movilizador de tal sector sino la redistribución equitativa, y la reciprocidad
mutual´
Cuando lo financiero prevalece con toda dureza
sobre la propia soberanía en demasiados países del mundo, esta economía
solidaria civil hace a un modo especifico para contribuir sustancial y
contundentemente a una imprescindible restauración de la noción de ciudadanía ante el doble movimiento de
globalización y privatización sin impronta humana que rompe las normas de
convivencia social con sus efectos perversos de desocialización,
deslegitimación y desinstitucionalización que exhiben las sociedades posmodernas
exponiendo la mediación de la ciudadanía a un franco deterioro decrepitante procreador
y expansivo de nuevas y viejas miserias.
Finalmente
y porque no se nos escapa que en esta postmodernidad de la humanidad tiende como
a acentuarse el empecinamiento de un acendrado individualismo, precisamente por
eso no solo se trata de
estigmatizar con vituperaciones un mercado global sin reglas, sin concurrencia
y sin derrame, donde hasta las personas pueden ser tratadas como mercancías
sino, de reivindicar, reproponer y expandir axiologías humanas concomitantes
con expresiones y prácticas solidarias nuevas y conocidas, para recrear así
nuestro mundo de la vida en el cual la influencia personal, la autogestión y
una acción vecinal socialmente convergentes, recuperen entonces toda su
alcurnia y protagonismo, tan inherentes como intransferibles en pro del logro
de una economía solidaria civil y/o mixta para un disfrute equitativo e
intensivo de sus productos, bienes, servicios y
beneficios, todo lo que sea posible.