- “Existe
un virus todavía peor que el coronavirus: el egoísmo indiferente” (Papa
Francisco).
- “En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos que habían creído en
él: «Si os mantenéis en mi Palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres» (Juan 8, 31-42).
- “Jamás se debe dejar de decir la verdad, aun a costa de
provocar escándalo” (San Antonio de Padua).
- “No es de extrañar que la confianza se debilite,
pues ésta sólo se afianza con honestidad, con honor, con el carácter
sagrado de los compromisos, con la protección insobornable, con
la conducta desinteresada. Sin éstos, agoniza” (Franklin Delano Roosevelt).
- “No se puede desatar
un nudo sin saber cómo está hecho” (Aristóteles).
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1.
La crisis y sus consecuencias
Con
carácter previo a cualquier otra consideración, me gustaría dejar patente mi
sincero deseo de que todos los enormes esfuerzos de nuestros conciudadanos se
vean compensados por la consecución del más importante de todos los objetivos
en este excepcional momento histórico: que España supere esta crisis sanitaria tan
imprevista como terrible.
Mención
especial merecen los afectados por este virus en su salud, o en la de sus seres
queridos, que siguen luchando contra esta devastadora enfermedad. La
mejor de las consideraciones merecen los profesionales de la Sanidad, la
Policía, Guardia Civil, Protección Civil, Bomberos y demás personal adscrito a
la producción y transporte de personas, bienes y servicios esenciales para la
comunidad. En definitiva, todos aquellos que tienen que seguir trabajando
para cubrir nuestras necesidades.
El
nuestro es un gran país como lo está volviendo a demostrar en estos difíciles
momentos en los que se mezcla el dolor con los problemas económicos, la mentira
y la grosera manipulación de algunas informaciones.
La Directora Gerente del Fondo Monetario
Internacional (FMI), Kristalina Georgieva,
ha pronosticado que la crisis generada por el Covid-19 tendrá las “peores consecuencias económicas” desde
la Gran Depresión que tuvo lugar en los años 30 tras el estallido de la
crisis bursátil de 1929. Nos enfrentamos a una incertidumbre excepcional sobre
la profundidad y duración de esta crisis. El crecimiento mundial se tornará
marcadamente negativo en 2020. Aunque la crisis que se avecina se antoja muy
profunda en algunos países europeos, como Italia o la propia España, el FMI
teme que la peor parte se la lleven
regiones de mercados emergentes y de bajos ingresos, como Latinoamérica, África
o gran parte de Asia, debido a sus frágiles economías y sistemas de salud.
Según los cálculos del FMI, en los dos últimos meses, los países emergentes han
registrado unas notabilísimas fugas de capitales.
La
pandemia conocida como Covid-19
ha generado en Europa, y especialmente en España, la peor crisis sanitaria y
económica desde la II Guerra Mundial, por el elevado número de muertos, por el
impacto negativo sobre la economía y por la alteración sustancial que se ha
producido en nuestras vidas cotidianas, como consecuencia del confinamiento aplicado como único medio
eficaz para contrarrestar los efectos negativos del virus. Son palabras
pronunciadas por la Canciller de Alemania, Angela Dorothea Merkel, doctorada en
Química Cuántica, cuyo sentido de la racionalidad y capacidad para estimular la
concertación y llegar a acuerdos le ha proporcionado elogios, dentro y fuera de
Alemania, por su eficaz gestión.
Como
consecuencia de todo lo anterior, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), liderada
por Merkel, cuenta ahora con su mayor respaldo electoral desde 2017. Eso sí, la Canciller alemana, fiel
a su histórica aversión al endeudamiento, sigue oponiéndose a los eurobonos; es
decir a una mutualización de la deuda, como instrumento para ofrecer una
respuesta a la grave situación de otros socios comunitarios.
En
el caso de España, la principal amenaza que se cierne sobre nuestra economía es
la de la pérdida de facturación en el sector del turismo. De hecho, será muy
difícil que se puedan repetir las cifras de ingresos y de visitantes
registradas en 2019. Esta circunstancia tendrá previsiblemente un sensible impacto
en el crecimiento y en el empleo de nuestro país.
¡Qué
extraordinaria es la normalidad, valga la paradoja! Hemos redescubierto toda la
magia y esplendor del orden y la planificación de nuestras actividades. No
utilicen nunca más para definir esta “maravilla de nuestra existencia” un
vocablo tan poco amable como “rutina”. Hablemos siempre de “normalidad” mejor
que de rutina. Porque el término “normalidad” abraza todo lo positivo y
conlleva esencialmente tres grandes
beneficios: salud, bienestar y equilibrio.
En
la prevención y gestión de la pandemia no hemos acertado. Países como Hungría,
Portugal, Nueva Zelanda, Finlandia o Alemania nos han superado amplísimamente
en prudencia y atención a los conocimientos científicos por encima de caprichos
y ambiciones políticas más o menos confesables. Es este, además, un virus con
denominación evocadora de producto de limpieza o mascota olímpica. Pero ante
todo, es un virus de marcada naturaleza “neoliberal”. Nos tapa la boca
literalmente. La distancia y el culto a
lo individual ante todo. Y ello como garantía de salud (también económica). El
neoliberal no necesita compartir sentimientos ni expresar ideas. Se conforma
con ser plenamente consciente del encanto personal que comporta y hacérselo
saber a los demás. Basta con producir más que el de al lado. Y su corolario
correspondiente: “consumo mucho y compulsivamente, luego existo” (con perdón
del clásico y con la única intención de aportar a la cuestión una chispa de
humor ingenuo a la par que tierno y elemental).
En
las grandes ciudades se recomienda la utilización del transporte privado o la
privatización del público (“si utilizas el transporte público sepárate –si puedes, claro- dos metros del viajero más próximo”). Se trata de una de
las modalidades del denominado distanciamiento social. Por distanciamiento
social entendemos una muy significativa reducción del contacto cercano entre
las personas. La medida más significativa es el denominado confinamiento. Se
trata de permanecer el mayor tiempo posible en el domicilio propio. Se concibe
como una forma muy eficaz de disminuir
la propagación de este virus.
El
virus tiene efectos ciertamente inesperados en lo que atañe a la nueva
obligación de aportar datos si se desea utilizar el ferrocarril para
desplazarse en distancias considerables. En efecto, el transporte ferroviario
ya no garantiza la privacidad del cliente: nuestra “licencia para recorrer la
distancia entre dos ciudades en tren” (billete) ha de incluir nuestro nombre y
teléfono. Lo hacen por nuestro bien. Se ha dejado de creer en la buena
intención y en la normalidad. De tal suerte que el adolescente (ciudadano), si
sale de noche (viaja en tren), ha de llevar siempre el móvil (disponible) para
no preocupar a sus padres (Estado). Creo que la medida no decaerá ni con la
superación de la pandemia. Pierdan Vds. la esperanza, no hay luz al final del
túnel. La compañía ferroviaria nos ha
despojado de por vida de nuestra privacidad.
Las
mascarillas tienen diferentes niveles de protección y de sofisticación. La
igualdad para comunistas y otros desechos sociales, pensará Donald Trump con el
nivel de sensibilidad y empatía que le han aupado a su cargo, en una
demostración de que los electores no siempre tienen razón.
Algunos
de los líderes más aplaudidos y mejor valorados por el neocapitalismo rampante,
como Donald Trump o Boris Johnson, consideran que un problema de salud pública,
por más grave que resulte, no puede poner coto al frenesí capitalista (que no
te manipule ni paralice el detalle insustancial de la salud). El célebre Titanic
se podrá hundir, pero el baile y los felices acordes musicales neoliberales,
como la vida misma, deben continuar.
Estos
dos gobernantes impresentables del mundo anglosajón han sido elegidos
democráticamente. En efecto, fatalmente, el pueblo soberano de esos dos Estados
ha decidido, en términos coloquiales, “encomendar a la zorra el mimo,
protección y cuidado de las gallinas”.
Protección
sí, pero también diseño: las mascarillas se han convertido en el nuevo
modelito de temporada. Una conocida
diseñadora ya está preparando la nueva línea “primavera-verano”. Se las
quitarán de las manos. Hablando de manos, guantes obligatorios antes de que se
los quiten también.
Ante
todo sofisticación: que la mascarilla no malogre tu belleza natural. Tú lo
vales y lo vales mucho más con una “Mascarilla Premium”, técnicamente
denominada “quirúrgica”. Y es que, en definitiva, las mascarillas tienen diferentes
niveles de sofisticación en función del nivel socioeconómico del sujeto
protegido.
En
el supermercado la gente se mira bajo
sospecha. ¡Ese de ahí, no lleva una mascarilla de alta gama! Deberían echarle
(“no te separes de mí, hijo”). Sólo se puede salir si el desplazamiento es
“neoliberalmente rentable” (licencia para comprar, pero para comprar “mucho”, si
es “poco” se es sospechoso de “quebrantamiento de confinamiento”). Ante todo rentabilidad.
Mientras,
el Gobierno de España y los de las Comunidades Autónomas se acusan
mutuamente por una responsabilidad
compartida. Como casi siempre sucede en política, los dos tendrán razón
diciendo lo contrario, ninguno asumirá responsabilidad de ningún género y ambos
saldrán reelegidos en las próximas elecciones. El pueblo es el titular de la
soberanía. Ahora bien, como puede comprobarse, dicha titularidad no siempre se
traduce en las mejores decisiones.
Creo
en las personas pero no en las masas movidas de manera compulsiva por el
temor compartido. Creo en las vocaciones ejercidas en durísima pugna con el
virus en la corta distancia. Una presencialidad portadora, como se sabe, de
riesgo para la salud de los trabajadores en el marco de unas actividades
consideradas esenciales. Curiosa y lamentablemente, las actividades más
castigadas por la crisis que comenzó a mostrarse sin pudor en agosto de 2008. Una
crisis conocida, si se me permite la ironía, con una denominación evocadora de lo
que podría ser la denominación de un grupo musical contemporáneo. Me refiero a Lehman
Brothers, empresa global de
servicios financieros de Estados Unidos, fundada en 1850. Destacaba en banca de
inversión, gestión de activos financieros e inversiones en renta fija, banca comercial,
gestión de inversiones y servicios bancarios en general. .
Nunca
fue una crisis de producción. Siempre fue una crisis de especulación financiera
provocada por un virus de corrupción, ansia desmedida de lucro económico y, en
fin, un comportamiento incompatible con la honestidad y el respeto a los
intereses generales.
Creo,
finalmente, en los religiosos y seglares que se solidarizan aportando su sentida
oración, su solidaridad y su consuelo a familiares, amigos y vecinos. Las
actividades descritas tienen un denominador común: la bondad. Ese y no otro,
más allá de cualquier crisis sanitaria o económica, es el verdadero marchamo de
calidad de un ser humano.
Permanezcamos
atentos a quienes van a medrar desde el minuto cero del post-confinamiento.
¿De dónde vienen las mascarillas? China debe homologarlas. Hay que dejar que
hablen los especialistas. Me refiero a los “técnicos” en máscaras –mentiras-, mascarillas –de calidad reconocida, alta
protección y modelos “top” o “premium”-, “más baratillas” –sucedáneos de papel
u otros materiales, “de baja categoría”, pensados para los de recursos escasos
y de natural incapacitados para apreciar la calidad y el diseño de este “nuevo
complemento de moda”- y en “mascaradas” – las ruedas de prensa del Presidente Sánchez con preguntas
preseleccionadas que provocaron el plante de los principales medios de
comunicación -.
No
somos tan poderosos como pensábamos. La solución en la emergencia ha sido
recurrir a la misma medida que se tomaba en la Edad Media ante las pestes: el
confinamiento o aislamiento de las personas en sus casas. Por su parte, los
estados han decidido el cierre de fronteras, la limitación de la producción
sólo a industrias consideradas clave, la prestación reducida de servicios
públicos y privados, restricciones en materia presencial en los comercios, Todo
ello a un alto coste en forma de crisis económica que guarda similitud con las
acaecidas en 2008 y 1929.
Muchos
cambios en los modos de producción, sistemas de enseñanza y relaciones humanas
han llegado para quedarse. El trabajo y las videoconferencias se están
utilizando masivamente. La docencia en línea ha intensificado y expandido el
protagonismo que desde hace tiempo había alcanzado.
La
crisis sanitaria ha hecho cobrar un protagonismo de crecimiento exponencial a
la telemedicina.
La
Administración Pública debería emplear la tecnología para agilizar y
simplificar trámites, aunque sin renunciar por ello a las ventajas de la
atención presencial en todas aquellas ocasiones en que mejore la atención al
ciudadano.
En
definitiva, lo que empezó siendo una crisis sanitaria terminará por modificar la
organización económica, social y política de las sociedades occidentales.
2.
Una crisis sanitaria con “noticias falsas” o
“bulos” en inglés. Uso y abuso del idioma de la ciencia y los negocios
El
gobierno de España cambia de criterio constantemente a la hora de aportar datos
sobre la crisis sanitaria. Carece de un plan para afrontar la pandemia. Para
ello emplea el lenguaje al servicio de la manipulación de la realidad. El
Ministro de Sanidad se refiere a una “nueva normalidad” para enmascarar
precisamente la ausencia de la misma.
Proliferan
hoy, en efecto, las noticias falsas desde los ámbitos público y privado. Así el
presidente de EE.UU, Trump se preguntó si no sería una buena idea inyectar en
el cuerpo de los pacientes de Covid-19 un desinfectante, del tipo lejía, o
aniquilarlo mediante la sencilla y contundente aplicación de una “tremenda luz
ultravioleta”. Con toda lógica, la comunidad científica se apresuró a desmentir
ambas falsedades. En idéntico sentido se manifestó el demócrata, Joe Biden, al
poner de manifiesto, en su literalidad: “No me puedo creer que tenga que decir
esto, pero por favor no beban lejía”.
El
origen de la mayoría de los bulos extendidos por España se encuentra en servidores rusos. Son
falsedades o medias verdades, que cuentan con el efecto multiplicador de las
redes sociales, de carácter lesivo para el sistema institucional y la imagen
exterior de nuestro país. Además, las desinformaciones tratan de deslegitimar
el proyecto europeo. En efecto, la mayoría de las falsedades se refieren a que
la Unión Europea está fracasando definitivamente, confirmando la lentitud y
falta de determinación que ya puso de manifiesto a la hora de afrontar la
crisis económica del 2008. Se trata, de esta manera, de presentar una Unión
Europea constituida a partir de una yuxtaposición de socios egoístas, esto es,
una organización supranacional carente de vertebración y solidaridad. Frente a
esa Europa deteriorada por su falta de cohesión, de lo que se trata es de
destacar un presunto mayor prestigio de Rusia y China que se presentan como más
eficaces al obtener mejores resultados en la gestión de la Covid-19.
Disculpe
el amable lector que al aludir a los “bulos” o “noticias falsas” me niegue a emplear
la innecesaria expresión inglesa al uso (“y al abuso”), fruto de nuestro
“papanatismo patrio” o, en términos psicológicos, de nuestro complejo cultural de
inferioridad. Las tonterías se pueden expresar en varios idiomas y no por ello
dejan de ser tonterías. Un papanatismo, materializado en el uso innecesario,
subrayo lo de innecesario, de la lengua inglesa cuando se habla en castellano
(y ello resulta extensible al caso de otras lenguas) que no es ninguna casualidad.
Antes al contrario, forma parte de una premeditada, calculada y muy bien urdida
estrategia de colonización e imperialismo cultural angloamericana que arranca a
partir de la firma de la Carta del Atlántico, entre Churchill y Roosevelt, en
1941.
En
España, fue el Tratado bilateral con EEUU, de 1953, el que abrió el camino a
este proceso de colonización cultural. El Tratado ponía los medios para que los
líderes, intelectuales y estudiantes comprendieran y apreciaran los logros
culturales, sociales y económicos de Estados Unidos, contribuyendo así a los
objetivos en España de su política: (1) crear un clima de opinión favorable
para las bases norteamericanas en España; y (2) afianzar la confianza de España
hacia Estados Unidos como amigo y aliado, con capacidad para liderar la lucha
común contra la agresión comunista. El reto esencial consistía en incrementar
la influencia de Estados Unidos entre los grupos que pudieran emerger con capacidad
de liderazgo nacional. Por otro, se utilizarían los programas de información,
cultura, intercambio de personas y cooperación técnica como una ventana abierta
hacia los esquemas y valores de Estados Unidos.
La articulación de estas acciones de penetración profunda en la cultura española se materializaba a través de los denominados “circuitos”. Dicha técnica consistía en ganarse a sectores claves de opinión, favoreciendo su identificación con los objetivos y el modo de entender la vida de Estados Unidos. En este sentido, las autoridades norteamericanas se referían a «La estratégica posición de España y nuestra considerable inversión e interés militar y económico acentú